Los concejales del PSOE y la Agrupación Herreña firmaron a finales de junio un acuerdo para gobernar Frontera. El documento establecía todos los pormenores del acuerdo, la Alcaldía para la Agrupación Herreña y el reparto de áreas, incluso permitiendo compartir algunas, como la de Deportes. Cuando las negociaciones en el Cabildo se frustraron, Alpidio convenció a uno de los concejales del PSOE y bloqueó el acuerdo. Así pues, la decisión de impedir que el municipio de Frontera se incorporara al pacto no se produjo porque así lo decidieran los concejales socialistas del municipio -que ya habían rubricado el pacto municipal- sino por la intervención de Alpidio, que quiso repetir otra vez la operación que le permitió presidir el Cabildo en 2011. Y convertirse en portavoz de la disidencia al pacto Rivero-PSOE y en principal valedor del contagio de esa disidencia a otras islas y ayuntamientos de la provincia. De esa forma, un señor que se presentó a las elecciones de 2011 por el PSOE, tras perderlas, pactó con el PP y se convirtió en autoproclamado portavoz de la oposición a su propio partido y en casamentero de los pactos del PSOE con el PP en otras islas. Amparándose en un estricto cumplimiento de la legalidad, y en un burofax que llegó tarde, la ejecutiva socialista nunca llegó a aplicar medidas disciplinarias contra él, y Alpidio gobernó El Hierro durante cuatro años, para resultar derrotado nuevamente en 2015 por la Agrupación Herreña, esta vez por goleada.

La ejecutiva federal del PSOE, tras un encuentro de Pedro Sánchez y Clavijo, ha decidido ahora abrir expediente a los concejales de Frontera, por la famosa moción de censura que ha estado a punto de provocar la ruptura de un Gobierno prácticamente sin estrenar, en uno de los episodios más chuscos que se recuerdan en esta región. Por supuesto, al inspirador de la censura de Frontera, Alpidio Armas, después de alardear farrucamente de que a él no le da instrucciones ni el PSOE ni Pedro Sánchez ni el Papa, no le ha caído (aún) ningún expediente. Si cumple sus amenazas, Alpidio llevará al PSOE herreño a romper con el PSOE canario y nacional, y a partir de ahí, podrá hacer libremente de su capa un sayo, negociar con quien quiera, crear otra "aseregé" insularista (no le saldrá como a Curbelo), y hacer valer el peso real de sus parcos apoyos. Que es lo que tendría que haber ocurrido hace cuatro años, cuando colocó al PSOE canario en un brete. La debilidad actual de los partidos, y su creciente desprestigio, síntoma del deterioro democrático que vivimos, permite a personajes como Alpidio Armas (hay muchos otros, y no sólo en el PSOE, pero de Alpidio nos ocupamos hoy) hacerse con un poder del que sólo son representantes vicarios. Alpidio debe entender que no es obligatorio estar en un partido si no se está de acuerdo con las decisiones de sus órganos. Y también que los cementerios (sean políticos o no) están llenos a rebosar de gente que se creía imprescindible.