No puede ser tan tenue la línea que separa el exceso imprudente de la necesidad de transparencia y la disposición para facilitar información veraz a los medios. La monumental metedura de pata del ministro de Interior, Jorge Fernández, al plantear la posibilidad de que el cráneo encontrado en Vecindario fuera de un niño, no es de recibo. A pesar de que el ministro pidió prudencia en sus iniciales declaraciones, aportó un dato no comprobado, provocando la instantánea algarada informativa organizada por las televisiones de toda España, vinculando el hallazgo del cráneo al caso de Yéremi Vargas, el niño desaparecido hace ya ocho años en el Sur de Gran Canaria. Curiosa paradoja, la de reclamar prudencia cuando uno mismo está siendo imprudente.

Siempre he sido muy crítico con el penoso rol de los medios de comunicación -sobre todo de las televisiones privadas- en estos asuntos tan difíciles, a los que cargan de morbo sensacionalista, montando un circo de tres pistas para consumo de espectadores aficionados a los "realitys". La crítica al comportamiento de centenares de informadores que no saben distinguir entre información y espectáculo no debe obviar el que -en esta ocasión- también se ha hecho muy mal desde el ámbito de la información oficial. Y no es la primera vez que se columpia al informar de asuntos criminales el ministro Fernández, que debería estar profesionalmente entrenado para ser extraordinariamente prudente y contenido en sus declaraciones e intervenciones públicas.

El ministro no tiene por qué ser un experto en comunicación. A veces resulta muy difícil manejarse ante una cuadra de informadores decididos a conseguir un titular. Ya es suficiente con pedirle al ministro que haga bien su trabajo, que cumpla con sus obligaciones. Pero si el ministro no es capaz de controlar lo que dice, debería evitar una sobreexposición a los medios, con la que parece estar encantado... ¿Tiene el ministro que informar de detalles escabrosos como el descubrimiento del cuerpo con las manos cortadas de la peregrina estadounidense Denise Thiem? ¿O de las pesquisas sobre las niñas asesinadas en Cuenca? Yo creo que no, que esa no es su función.

Antes de que las televisiones exigieran imágenes de declaraciones oficiales, con las que llenar pantalla sin tener que gastar dinero en hacer reportajes, las informaciones sobre crímenes se facilitaban en comunicados de prensa de la Policía. Hoy los medios audiovisuales han impuesto su disciplina de las declaraciones grabadas en directo, que no casan demasiado bien con la precisión y el rigor que debe tener la información policial. Pero el ministro no puede convertirse en portavoz mediático de su departamento, no es una vedette televisiva que pueda salir en antena dando opiniones sobre un caso o facilitando en directo informaciones no probadas. El daño que estas declaraciones "espontáneas" provocan a las familias de desaparecidos o fallecidos es terrible: la madre de Yeremi, Ithaysa Suárez, volvía a quejarse ayer del calvario que suponen para ella y su familia estos circos. Y no es la única persona que los ha sufrido...