Ando cavilando sobre las cuentas que le enseñó la consejera Chacón a Carlos Alonso, en la reunión del martes sobre las obras en el Anillo. Después de verlas, salió el presidente del Cabildo como traspuesto y cariacontecido. Porque dijo que había conseguido lo que quería, que es iniciar obra nueva, pero yo me quedo con las tres "condiciones" planteadas por la consejera para poder satisfacer a las exigencias de Alonso: que se garantice el equilibrio presupuestario entre todas las islas, que no se pare ninguna carretera en marcha como resultado de la petición del Cabildo de Tenerife, y que la Consejería de Hacienda admita el aumento de deuda que implica el acuerdo. Lo dijo delante de don Carlos, y él ni rechistó. Probablemente tiene ahora -después de la reunión- nueva información sobre el retraso en las obras pendientes en Tenerife, con deudas acumuladas que superan los quince millones.

Es sorprendente que una consejera sin demasiada experiencia en las lides de la primera división regional, una piba jovencita y nueva, le haya dado la vuelta a la tortilla de esta exagerada polémica, explicando los retrasos de la obra y los incumplimientos en los pagos como fruto de la gestión de Berriel, que fuera durante ocho años consejero de Obras Públicas. Ocho años con Coalición controlando las escasas inversiones en carreteras, en los que ni el Cabildo de Tenerife ni Carlos Alonso, que se incorporó a esto hace poco, se quejaron por los retrasos. La Chacón, para rematar la faena, ha dejado claro que la última decisión sobre la realización de obra nueva queda en manos de Rosa Dávila, consejera de Hacienda y compañera de Alonso. Al presidente del Cabildo se le ha desmontado completamente el órdago: si hay obra o no, no depende de que los socialistas lo permitan, sino de que el Cabildo financie los intereses que generará el retraso de otras obras, y de que Hacienda quiera (y pueda) autorizar el endeudamiento.

Carlos Alonso calculó mal su jugada. Puso en ella más arrestos que cuidado, y ahora nos toca adelantar el dinero.

¿Para qué? Esa es otra... Yo tengo la percepción de que toda esta necesidad de meter obra nueva tiene algo de camelo. El Anillo lleva un retraso enorme, y hacen falta aún 340 millones que no están ni se les espera, para poder acabarlo. Además, no tiene lógica ni sentido que haya tramos sueltos de carreteras acabadas y sin conectar entre ellas. La circunvalación de Tenerife no va a terminarse en lo que queda de legislatura, y si no... al tiempo. Los atascos de la TF-5, que Alonso se ha comprometido a resolver en su mandato, no van a verse aliviados en ese plazo por la puesta en marcha del Anillo. A mi juicio, todo el emperre en lo de iniciar obra nueva tiene un carácter más simbólico que práctico. Alonso ha tratado de demostrar a los tinerfeños que está pendiente de los asuntos que preocupan a la ciudadanía, que ejerce un férreo liderazgo. Pero el liderazgo no se nutre sólo con grandes gestos y demostraciones de poderío. La de Tenerife es una sociedad pequeña. Aquí nos conocemos todos bien. Y el liderazgo se construye también sobre la gestación de consensos silenciosos, de lealtad institucional, de generosidad y proximidad. El liderazgo consiste en tender puentes. No necesariamente de hormigón.