El Consejo Rector de la tele canaria parece pecar de una cierta disfunción y flojera: hoy decidió dejar sobre la mesa la personación de la tele en el proceso abierto contra Willy García y otros exdirectivos, alegando motivos de carácter técnico. De alguna manera, parece mantener una posición seguidista del Gobierno, que declinó personarse tirando de una excusa formal sobre la dependencia orgánica que el Consejo tiene hoy del Parlamento. Pero el hecho es que tanto el Gobierno como el propio Consejo tienen información de declaraciones y testificales del sumario, que vendrían a demostrar que las investigaciones abiertas en su día no se acaban -ni mucho menos- en lo que parecía ser un escandaloso trato de favor por parte de Willy García a su anterior jefe, el periodista y productor Francisco Padrón, al que se abonaron programas de ínfima calidad, muchos de los cuales jamás llegaron a emitirse, por un total de más de dos millones de euros.

Ahora se sabe también que esta práctica no fue un descuido o una excepción. Ya sabemos también, por ejemplo, que Willy García adjudicó 19 millones de euros en contratos a una productora -Doble Diez Canarias- propiedad de Santi Falcón, al que Willy pasó oficialmente de considerar su "referente, quien le enseñó todo en la profesión y un modelo a imitar", a un tipo prácticamente desconocido con el que no había mantenido jamás ninguna relación especial. En los ocho años de gestión del anterior director general, algunos directivos gastaron sin complejo los recursos públicos, contrataron sin concurrencia alguna a empresas de amiguetes y -según algún testigo clave- aceptaron ser retribuidos "convenientemente" por los favores prestados. Si es cierto lo que se ha declarado en sede judicial, alguna productora nacional drenó importantes cantidades, sin conocimiento de sus responsables fuera de Canarias. La sensación de impunidad era tan grande que algunos de esos pagos se hicieron en talones al portador, cuyo cobro deja huellas indelebles en el sistema financiero. Todos esos asuntos están en un sumario que crece y se va acercando poco a poco a las últimas operaciones y trapisondas, realizadas en fechas más recientes. De hecho, uno de los problemas que se le plantean a la investigación es el de acotar un espacio temporal, y centrarse en algunas situaciones perfectamente detectadas, para evitar que esto se convierta en una interminable causa general. Ya se sabe que cuando una investigación se desborda, muchas veces acaba por convertirse en inútil o demorarse eternamente. Pero se vaya hasta el fondo o no, la televisión conserva en su contabilidad algunas pistas que ni siquiera han sido tocadas por la justicia, porque a pesar de ser escandalosas, más aún en tiempos de crisis, no constituyen de forma clara ningún tipo de delito tipificado. Por ejemplo, en la tele se sabe que en los primeros años de su larguísimo mandato, ya con los recortes sociales planeando sobre otras instancias de la Administración regional, Willy García gastaba como un jeque árabe en sus viajes y desplazamientos. Transportes aéreos en "Primera" y "Gran Clase", alquiler de las suites más caras en hoteles y disposición de limousinas -pagadas con el dinero que no había para atender la dependencia- están perfectamente documentados en la contabilidad, no solo de la tele, sino también de la agencia de viajes que se ocupaba de los desplazamientos de García y sus directivos.

Todo acabará por contarse algún día, sin duda, pero la personación de la tele sería una estupenda señal que la tele se resiste a ofrecer. Que el consejo se persone, y que se encargue de una vez la auditoría de gestión que Santiago Negrín se comprometió a presentar en el Parlamento de Canarias, también ayudaría a desentrañar una de las etapas más oscuras y siniestras de las relaciones entre poder y periodismo en Canarias.