Algunos de los nuevos partidos que se presentan a las elecciones generales mantienen una posición confusa sobre el REF y los incentivos económicos y fiscales a Canarias. Albert Rivera, por ejemplo, se ha manifestado partidario de acabar con las singularidades y especificidades fiscales de los distintos territorios. Empezó diciéndolo con la boca grande, y -a medida que ha crecido su implantación territorial- ahora lo dice con la boca más chica. De hecho, sus lugartenientes en Canarias ya han dejado claro que apoyan el REF y que su defensa quedará reflejada en el programa electoral de ciudadanos. Podemos Canarias ha presentado un proyecto más claro: apoyan el REF, pero creen que hay que revisar la aplicación de la Reserva de Inversiones. Yo también lo creo: después de siete años de crisis ininterrumpida, los formatos de RIC negociados por Javier González Ortiz con el Estado no resuelven el mayor problema al que debe hacer frente la economía de las Islas en los próximos años, que es la creación de empleo constante y estable. Es cierto que se incorporaron incentivos a la creación de empleo en la nueva RIC, pero probablemente resultan insuficientes para hacer frente al reto de reducir drásticamente el desempleo.

En cualquier caso, es una buena noticia que a medida que se acercan las elecciones, la posición de los partidos emergentes sobre lo que antes consideraban privilegios económicos para Canarias comiencen a suavizarse o incluso a cambiar. En ese sentido, me parece un acierto que Ana Oramas haya intervenido en el debate sobre los incentivos con una muy sensata reflexión: ha dicho la candidata nacionalista que lo que Canarias necesita no son "privilegios ni una economía subvencionada, sino herramientas para salir de la crisis". Herramientas: es una magnífica definición de lo que precisa esta región.

La insularidad fragmentada y la distancia son rémoras para el desarrollo. Es imposible sostener la economía y el nivel de vida de los ciudadanos de Canarias en un nivel similar al de la media española y europea sin herramientas que ayuden, incentiven o protejan la actividad económica de las Islas, especialmente en todo aquello en lo que existen graves inconvenientes comparativos: Canarias no pertenece al sistema eléctrico español, conectado a su vez al europeo: aquí tenemos seis pequeños sistemas, muy costosos de mantener. Tenemos dificultades con el agua, con el transporte de personas y mercancías. No producimos ni el cinco por ciento de lo que consumimos, el resto nos llega de fuera, pagando fletes... La lista es interminable, y las consecuencias también. Las herramientas son los acuerdos con el Estado y las leyes estatales sobre inversión y empleo, que no se cumplen; los convenios, suspendidos o muy mermados; y la financiación, cerrada en falso en la última negociación. La primera herramienta es que los partidos canarios defiendan que esta región necesita un trato especial para que sus habitantes vivan como se vive en el resto de España. Sin victimismos, vigilando que las ayudas no se las queden los de siempre, usando la solidaridad de la nación para crear con ella economía real, no bolsas de riqueza.