Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. No quiero decir que Javier Abreu tenga alma de cántaro, pero yo creo que estaba el hombre tan ilusionado con llegar a la Alcaldía que no supo darse cuenta de las cosas que han pasado en los últimos meses en la política canaria y en su propio partido. Su negativa a firmar el pacto de La Laguna (un pacto suscrito por el propio Pedro Sánchez), unida a sus pequeñas maldades hacia el alcalde lagunero, provocando que la mayoría a la que pertenece perdiera un par de votaciones por ausencia de concejales del PSOE, acabaron por colocarle en la cuerda floja. Nunca llegó don Javier a poner en peligro el pacto de gobierno en La Laguna, pero se la ha pasado los últimos meses metiendo palitos entre las ruedas. Confundió la bicicleta lagunera con la apisonadora regional, y he aquí que le han hecho trizas su palito. Parafraseando la canción de Serrat, lo que le han venido a decir es algo así como "nene, deja ya de joder con el palito".

No puede decirse que el alcalde actual, José Alberto Díaz, sea precisamente un calentón. Casi hubo que obligarle para que aceptara encabezar la plancha nacionalista en La Laguna. Y ha intentado por todos los medios mantener una actitud respetuosa con Abreu, su ego de casialcalde y sus malcriadeces públicas. Pero al final es muy difícil gobernar sorteando las pequeñas trapisondas de don Javier, al que cogió el alcalde completamente despistado cuando le quitó competencias y canonjías aparejadas. Tan despistado andaba el hombre que ni siquiera se dio cuenta que en plena campaña, no es el momento de liarla con una crisis. Anunció que él y los suyos dimitirían antes del sábado a las doce del mediodía, y aún se le espera en el registro.

Aquí no es el alcalde el que ha incumplido. Es Abreu quien no ha firmado el acuerdo de gobierno municipal, para sentirse libre de hacer de su capa un sayo, y no ha entendido que sin firma no hay protección. Los suyos están a la firma de Pedro Sánchez. Y Abreu se ha pasado estos meses diciendo que a él el PSOE se la resbala, que su prioridad es defender los intereses de La Laguna (que al parecer interpreta que consisten en que él sea alcalde), y se ha encontrado con que hay algunos en su partido -incluso algunos en su propio grupo municipal- que se han alegrado de que le lean la cartilla. No van a acompañarle en una aventura de ruptura del pacto regional. Y si intenta romper La Laguna, quizá se encuentre conque le faltan concejales. Así es como están las cosas.

Como están hoy, por supuesto. Porque en Canarias todo puede cambiar de un instante al siguiente... Es poco probable que después de las elecciones generales se rompa el pacto regional, pero no es imposible. Y si se rompe, Abreu tendría su momento. Pero ese momento no es ahora. Por eso pienso yo que Abreu se precipitó dando excusas al alcalde para quitárselo de en medio: se ha quedado sin empleo y va a estar así al menos un tiempo. Y encima ha dado un traspiés al no ser capaz de articular en el registro lagunero en el plazo que él mismo se dio, su pase y el de los suyos a la oposición. Ha demostrado que ni manda tanto como quiere hacer creer, ni es tan independiente, ni tan atrevido. Ha hecho el ridículo. Y en política estas cosas pasan factura.