Fue hace ya unos años, justo cuando más arreciaban las denuncias contra el PGOU de Arona, cuando el PSOE aronero acabó por romperse. El responsable de los socialistas en el municipio, Paco Santamaría, hombre clave en la denuncia de los abusos en el municipio, y de las trapisondas e intereses que dieron finalmente forma a un PGOU hecho por encargo de quienes realmente mandan en el Sur, había dejado de ser candidato. Fue sustituido por José Julián Mesa, un pibe con nombre en la lucha canaria, hijo del barbero de Arona, fichado por el PSOE local porque el ''boss'' Marichal andaba -como siempre- de picos pardos, entretenido en sus cosas, y había que intentar darle la vuelta a la tortilla y recuperar para el puño y la rosa el espacio regalado al nacionalismo durante años.

La cosa empezó pues mal, muy mal, con el PSOE fragmentado en dos grupos, el que teledirigía Marichal, y el de José Antonio Reverón, uno de los hombres más próximos a Santamaría. Reverón había dejado el partido con algunos otros para montar un grupete independiente, y distanciarse de un PSOE al que se acusaba de complicidad en el reparto del PGOU. Era un tiempo en el que todos resultaban sospechosos de connivencia con el poder de los hoteleros y los constructores. Cicatrizar las heridas y recuperar el camino andado parecía imposible, incluso en las filas de un PSOE acobardado y que no había hecho ninguna justicia con el denunciante del caso Arona, probablemente su dirigente sureño más arriesgado y más honesto.

Ayer, después de comprometerse secretamente ante notario el pasado cinco de enero, aquel joven luchador que se presentó a las elecciones para perderlas en 2011, el hoy alcalde socialista de Arona, compareció ante los medios con José Antonio Reverón, ex concejal del PSOE de Santamaría y líder y actual dirigente de Ciudadanos, para anunciar un pacto de gobierno que dará estabilidad al municipio. ¿Sólo y nada menos que eso? No. También, un mensaje cifrado a quienes se oponen a un acuerdo que traerá problemas con el pacto desde las filas del PSOE insular y regional. Porque en Arona, ese mismo PSOE que se autodestruye en Ferraz, ha señalado un camino de reconstrucción que pasa por hacer país, olvidar los viejos conflictos y dar los primeros pasos para un futuro entendimiento con los antiguos colegas. Se empieza reconociendo la legitimidad de los adversarios, de todos los que no están ni estuvieron pringados en los pasados desmanes de Arona, para hacer las cosas de otra forma: un gobierno municipal sin imputados, decidido a iniciar el camino para recuperar el PGOU. Ocho meses después de hacerse con la Alcaldía, Mena tiene ya la oportunidad (y la obligación) de encargar el primer borrador, a ser posible partiendo de cero, sin ''mojones'' en el morral. Si en el camino los socialistas se reencuentran, será un buen mensaje para la ciudadanía: el mismo que se escucha en el Rosario, con Escolástico Gil Hernández dispuesto a vencer las resistencias e integrase con sus verdes en el viejo redil, o también en Icod, con los desgajados del PSOE replanteándose la necesidad de unir fuerzas.

Extraña paradoja la de estos socialistas rurales de Tenerife, intentando unir fuerzas mientras su partido se enfrenta a la peor crisis de liderazgo de toda su historia...