No sé si se seguirá usando el boli colorado para corregir exámenes, ahora que casi todo pasa por autoevaluaciones, test "on line" y esas cosas. A mi hijo le han puesto una tableta en clase (es un eufemismo lo de "le han puesto") y pierde muchísimo tiempo en los prolegómenos, sin contar que ahora trabaja y se divierte con el mismo dispositivo, algo que antes era propio de gigolós. Además, aprender geografía es una tableta es muy complicado: todos los mapas son de google, con los que es imposible llegar a ningún lado. En fin, que siendo yo defensor de la corrección ortográfica en rojo y de la topografía tradicional, no es que vaya a protestar por las líneas rojas. Lo que pasa es que entregada la política en España a la moda de las líneas rojas, puede acabar por volverse tan fronteriza como el "far west", sin orden ni concierto, ni más ley que la del que saca más rápido.

Para el escasísimo apoyo recibido por nuestros políticos y nuestros partidos en las últimas elecciones (ninguno de ellos ha llegado a convencer al 20 por ciento del censo), resulta bastante inaudito lo empeñados que andan en buscar lo que les enfrenta y divide, en vez de buscar lo que les une. Es algo que se mueve por todo el territorio nacional: ocurre aquí abajo, donde parece que los únicos acuerdos aceptables -ya sea en La Laguna, en Arona, en Granadilla o La Victoria- son precisamente los que no se consigue firmar. Y ocurre en Cataluña, con la diferencia de que allí, ya se sabe, la pela es la pela, y en eso pueden ponerse de acuerdo perroflautas, burgueses y aristócratas. Después de cobrarse la cabeza de Mas, los marxistas, acratoides, independentistas y asimilados de la Cup, votaron ayer como nuevo presidente de la Generalitat a un ultracatalanista, alcalde de Girona e hijo putativo de Mas. Uno diría que todo cabe en Cataluña y por ende en España. Porque lo de entregar cabezas puede ser la nueva moda, digo yo. Y Cataluña se va a convertir en la línea roja definitiva: para Podemos y esa izquierda post-PSOE que aglutina, que ya anda pidiendo referendums no solo en Cataluña, sino en Galicia y en cualquier otro lugar donde nos lleve la marea, y también para el PSOE, que supongo no caerá en los encantos de la literatura de frontera hasta aceptar que aquí la ley ya no vale un pimiento.

Pedro Sánchez debería reflexionar y añadir de una vez a estos chicos decididos a marearnos el territorio patrio dentro de sus propias líneas rojas, que ahora son solo el PP y Bildu. Por cierto: qué bochorno escuchar al líder (ejem), de la oposición meter al PP y a Bildu en el mismo saco. Claro que tampoco Rajoy va muy fino: decir que nunca gobernará con el PSOE es pedir elecciones anticipadas. Si eso es lo que quiere, adelante, pero yo estaría reforzando mi tejado, preocupado por la tormenta que se acerca a Europa desde Oriente.

Al final, allá ellos. Tienen un par de meses para entretenerse con las líneas rojas que más les gusten. Pero esto es exactamente igual que lo de Cataluña y solo tiene dos opciones: o ponerse de acuerdo o convocar nuevas elecciones. Y en España el único acuerdo que suma es un gobierno del PP y el PSOE, aunque a lo mejor hay que entregar una (o dos) cabezas. Puestos a proponer, propongo como presidente de ese Gobierno a Jesús Posadas. Tiene experiencia política y de gobierno, y es ya bastante mayor. No tendrá ganas de repetir dentro de cuatro años. Eso siempre es una ventaja...