Ocho años han transcurrido ya desde que Mahamadou Camara arribó a Tenerife. El malí lo hizo a bordo de una patera que llegó al puerto de Los Cristianos (Arona). Solo contaba 16 años de edad y fue derivado al Centro de internamiento de menores Nivaria de La Esperanza (El Rosario).

Dicho municipio es uno de los enclaves por antonomasia donde la lucha canaria siempre encontró mejor acomodo. Carmelo Hernández, presidente del local Club de Luchas Machado, fue el salvoconducto para que Camara conociera de cerca el deporte vernáculo. No hay duda de que le agradó. Nunca se ha vuelto a separar de él. De lengua francófona, aprendió español con celeridad. Tanto, como incluía las distintas mañas en su repertorio. En el Machado dio sus primeros pasos dentro del deporte federado. Con 20 primaveras, fichó por el Llano del Moro y, dos después, se comprometió por una de las escuadras con más tradición y grandeza: el Tegueste.

A sus 24 años recién cumplidos, Mahamadou transita por su segunda temporada con los teguesteros. Destacado D, sus actuaciones a lo largo de la vigente Copa Luckia Gobierno de Canarias de Primera le auguran un ascenso de categoría a final de curso. Quizás, a destacado A o B. ¿Qué más da? Su anhelo es ser algún día puntal. Como aquellos a los que está poniendo en serios aprietos en los últimos tiempos: Elieser Gutiérrez, Agustín González "Pollo de la Candelaria", Fabián Rocha...

"Muy suelto". Así define su manera de agarrar un malí sabedor de que ese aspecto incomoda a sus rivales. Pocas veces se suele reservar algo y su valentía prevalece. Por atravesada, cadera o toque por dentro suele llevar a la arena a sus contrincantes. Los áridos son su territorio. Residente en Finca España (La Laguna), cada día se traslada hasta Güímar, a fin de trabajar la tierra como agricultor. Mahamadou Camara, un bregador de envergadura con hechuras de puntal.