La Agencia Tributaria hizo públicos, la pasada semana, los datos nacionales del impuesto del patrimonio, en el último ejercicio disponible, el de 2014. No es que la Agencia Tributaria vaya más despacio que el Instituto Nacional de Estadística y otras agencias gubernamentales, al contrario, suelen ser rápidos y diligentes en la presentación de sus memorias, lo que ocurre es que ellos trabajan con un año de retraso, porque los impuestos se declaran y liquidan a año vencido. La cosa es que los datos vuelven a confirmar la creciente tendencia a la fractura social que se produce en todo el país desde el inicio de la crisis. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Ocurre en toda España, y ocurre aún más en Canarias. Aquí, mientras la pobreza supera ya al tercio de la población de las Islas -según los análisis de la Fundación Foessa, Caritas y la ULPGC-, las seis mil grandes fortunas de Canarias han logrado en los cuatro últimos años de crisis incrementar su patrimonio en más de mil millones de euros. En conjunto, las familias que declaran patrimonios superiores a los 700.000 euros han aumentado en más de un centenar en Canarias, y su patrimonio total supera los 18.000 millones, casi tres veces el presupuesto total de la Comunidad Autónoma, y poco menos de la mitad del PIB canario, es decir del total de economía que la región es capaz de generar en un año. Otro dato sorprendente es que los ricos de Canarias, una de las regiones más pobres de España, acumulan más riqueza que los ricos del resto de las regiones españolas, con las únicas excepciones de Madrid y Galicia. De media, los ricos de Canarias poseen patrimonios que superan los tres millones de euros, pero sólo tributan por ello una media de 3.700 euros, muy por debajo de los casi 6.000 euros de media que tributan el total de los ricos españoles.

En cristiano: a pesar de la pobreza generalizada y creciente en Canarias, la crisis ha permitido que haya más ricos, que tengan mucho más dinero que antes de la crisis, y que sean más ricos que los ricos de la mayoría de las regiones españolas. Y además deben ser ricos muy listos, porque pagan de media la mitad de impuestos de lo que tributan la media de los ricos españoles. Algo no me cuadra. No me cuadra en absoluto.

No es que a mí me moleste que haya más ricos y con más dinero, todo lo contrario. Ojalá la riqueza alcanzara a todos. Lo que ocurre es que estos datos reflejan una realidad escalofriantemente injusta: la crisis ha provocado que las clases medias acaben empobrecidas, y el patrimonio de los que lo han perdido todo con la crisis haya pasado a engrosar la riqueza de los más ricos. Es difícil que el Estado pueda evitar las injusticias de una economía basada absolutamente en el mercado, que -por lo que sabemos desde el último siglo- ha sido siempre la más eficaz a la hora de crear riqueza y repartirla. Pero el estado dispone de mecanismos para amortiguar el impacto de una economía injusta. Y el más eficaz de esos recursos es una fiscalidad progresiva, que paguen más impuestos los que más ganan y más tienen. Los impuestos deben servir para reequilibrar las diferencias. Pero hay que cobrarlos. Que alguien me explique qué pasa en Canarias, donde tenemos ricos más ricos que en el resto de España, que sin embargo pagan menos. A lo peor va siendo hora de tomarse en serio revisar algunas políticas económicas y fiscales.