Había que verlo, a ese público heterogéneo de gestores de museo, estudiantes de antropología, artistas, profesores de historia, funcionarios de patrimonio, hombres y mujeres -en palabras de Padorno, citadas por Miguel Ángel Clavijo- "de la claridad científica, humanística, artística", puestos en pie, aplaudiendo unánimemente el discurso de un director general. Un momento intenso, pero extraño. Fue en la clausura del primer Congreso de Museos de Canarias, celebrado en el Liceo Taoro de La Orotava este fin de semana, y los aplausos eran esta vez no para un político, ni para un gestor cultural, sino para un colega, uno de los suyos, hablando en su mismo lenguaje, desgranando conclusiones y propuestas, comprometiéndose a empujar en la misma dirección y no en la contraria, que es lo que tantas veces hace la Administración cuando se enfrenta a todo lo que tiene que ver con la cultura y sus manifestaciones. He asistido a decenas de congresos, políticos, académicos, oficiales... en pocas ocasiones he sentido tan claramente compartida por la mayoría de asistentes, muchísimos de ellos jóvenes graduados o a punto de estarlo, la percepción de punto de partida, el empuje integrador de distintas concepciones, la voluntad de construir comunidad, que percibí tan claramente en este, y el deseo de hacerlo desde la certeza de que Canarias es "tierra de mezclas, de turistas, de inmigrantes, y de locales, una cultura que ha de entenderse dentro de un sistema global, pero con respuestas genuinamente de aquí".

En fin, que acabó el Congreso, y la gente se fue a casa con la idea de haberse encontrado y descubierto por primera vez, doscientos cincuenta inscritos, tres exposiciones, un homenaje impecable a Fernando Estévez, fallecido cuando trabajaba en la puesta en marcha del encuentro, y decenas de comunicaciones, ponencias, mesas redondas, y debates sobre museografía y aspectos liminares de la disciplina. Una avalancha de crítica y entusiasmo ante el compromiso público de poner en marcha en un año tanto el sistema canario de Museos como el registro de Museos de Canarias, y de hacerlo desde la voluntad de marcar el diálogo sobre la cultura y la identidad en las Islas, cohesionando, estudiando, intercambiando y haciéndose escuchar, para lograr que todos los que quieran hacerlo, puedan acceder al conocimiento del patrimonio insular.

Porque los museos -en Canarias y en todas partes- se han convertido en los últimos años en algo muy diferente a centros donde se colecciona, se conserva y se exhibe el pasado o el presente. Hoy los museos son sitios donde se investiga y se interpreta, donde se preserva la memoria pero también son lugares para despertar el interés o la incomodidad por lo que se considera seguro, y para atraer la mirada y la reflexión de quienes visitan las ciudades. Espacios de conocimiento y de expansión de ese conocimiento, que han sufrido -como tantos otros espacios- el impacto de una crisis económica devastadora y brutal, que arrumbó con la inversión cultural, consideraba por los ignorantes que nos gobiernan como algo superfluo, decorativo, como un acompañamiento de la verdadera acción política... Un dislate. Porque la comunidad precisa de cultura común, de aprecio del propio patrimonio, de memoria y de proyecto.