La escuela del ministro Soria es de palo y tente tieso. Ayer mañana, antes incluso de publicarse el cese del delegado del Gobierno en funciones -el señor Hernández Bento-, y siendo por tanto aún representante del Gobierno en las islas el susodicho, se despachó a gusto explicando que su cese había sido el resultado de una maliciosa conspiración de Asier Antona, María Australia Navarro y Mercedes Roldós, no confirmada todavía como su sustituta en ese momento. Un berrinche monumental el del señor Bento-bis, y un mal saber perder propio de "hoolligan" futbolero.

Conviene recordar que el señor Bento-bis, durante algunos años tiralevitas del ministro Soria, sustituyó a su hermana en la Delegación del Gobierno con carácter provisional, cuando ella fue elegida por su partido para ser candidata al Senado en las elecciones de diciembre de 2015. Los resultados de las elecciones, y la incapacidad de articular un Gobierno nacional, abrieron una etapa de interinidad de casi un año, que ha durado hasta hoy: mientras duró, Bento-bis ocupó el puesto de forma absolutamente provisional, pero quizá el hombre creyó que iba a ser para siempre. O, al menos, hasta que pudiera disputar la pelea por la presidencia regional del PP al palmero Asier Antona. Son apaños y conflictos de los partidos (en todas partes cuecen habas), y Bento-bis tiene todo el derecho del mundo a pelear por un cargo y -con suerte- a ganarlo.

Lo que no es de recibo es que este personaje de mal perder nunca respetara su propio rol institucional como Delegado del Gobierno. En su breve mandato, Bento eligió ser el comisario político del grupo de Soria en el PP, antes que el delegado en Canarias del Gobierno de todos los españoles. Ser delegado del Gobierno requiere mimbres y actitudes distintas a las que se consideran permisibles en otras responsabilidades públicas: el delegado del Gobierno debe mantener una exquisita neutralidad en los asuntos políticos y partidarios. Entre otras cosas, porque es el jefe de la Policía. No debería pronunciarse -como hizo en varias ocasiones- cuestionando que el presidente del PP proceda de una isla periférica, o que deba ser elegido de entre los militantes de Gran Canaria, por ser Gran Canaria la isla que más vota al PP (y en la que él mismo reside en la actualidad, por cierto).

En ese sentido, Bento bis ha protagonizado como delegado algunos comportamientos infames: ha entrado al trapo cada vez que ha creído que hacerlo aumentaba su popularidad, abriendo contenciosos ridículos como esa "guerra de las banderas", que en Canarias nunca existió, y que él estuvo a punto de desatar entre las corporaciones locales y la Delegación, o aquella denuncia al Gobierno de Canarias que anunció, pero nunca sustanció, por no atender correctamente a un grupo de inmigrantes llegados al sur de Gran Canaria. Intervino en política, opinó de asuntos que no eran de su competencia, asumió el rol de resistente del PP en Gran Canaria frente al Cabildo y al Ayuntamiento capitalino, participó con indisimulado entusiasmo en la conspiración contra la diputada Rosell (bordeó incluso la legalidad al hacer llegar a los medios el vídeo de seguridad del aeropuerto de Gando), y dedicó sus últimos meses a poner a parir a todos los compañeros de partido que pudieran hacerle sombra. Y ahora se porta como un malcriado.

En fin: adiós a Bento-bis.

Su hermana lo hizo infinitamente mejor.