Nueve meses después de terminado el juicio central del caso Arona, las sentencias han condenado a todos los acusados menos al arquitecto Jorge Menéndez, que queda absuelto. Los otros doce procesados se enfrentan a penas de distinta intensidad, que si se convierten en firmes, incluyen en el caso del exconcejal Félix Sierra y del entramado de la oficina municipal de arquitectura ingresos en prisión que deberán cumplir. En el caso de otros empresarios les ha caído prisión exenta de cumplir por ser de dos años la pena. Y la mayor parte de los políticos implicados, la totalidad de la Junta de Gobierno de Arona, ha sido inhabilitada durante años y condenada a pagar multas de cuantía.

Pero lo más chocante de la historia es la descarada reacción del exalcalde Berto González Reverón, inhabilitado para el ejercicio de cualquier cargo público durante nada menos que diecisiete años, por los delitos continuados de prevaricación y prevaricación urbanística. Berto se ha presentado el hombre ante los medios de comunicación como un santo varón que sólo cometió algunos errores en la tramitación de algún expediente administrativo. Según ha dicho, "ha quedado demostrado que no participé en ningún proceso de corrupción". En realidad, lo que ha ocurrido es que no se ha podido probar que se lucrara directamente por la concesión irregular de 213 licencias urbanísticas y 79 contratos municipales. Pero de ahí a venderse como un pobrecito que se equivocó con los expedientes...

Lo cierto es que durante los cuatro años investigados, siendo alcalde de Arona, bajo su mandato, por tanto, se consolidó un sistema de rapiñas y golfería, con epicentro en la oficina municipal de urbanismo, con una elaboradísima trama para triangular el cobro de mordidas a cambio de adjudicar licencias ilegales y extorsionar constructores. El exalcalde acumula ya tres sentencias judiciales por su comportamiento. En la primera, de 2012, se le inhabilitó durante cuatro años y medio por dedicarse a enchufar gente, práctica por la que era tan conocido que hasta el presidente Rivero le pidió que colocara a su sobrina. En la segunda causa le cayeron siete años más por permitir una remodelación ilegal en un hotel en el que el hombre tenía acceso permanente a una discreta "polvera" para su personal desahogo. Y en esta sentencia han sido 17 años más. 28 años y medio de inhabilitación en total, un verdadero récord... Si no ha sido condenado a prisión es exclusivamente porque -aparte de aplicársele la atenuante de dilación indebida en el juicio- se le aplica -a él y a su junta de Gobierno- el Código Penal anterior a 2010. Si se le aplicara el actual, no les habría librado de penas efectivas de cárcel ni el médico chino.

Pero aún le queda responder a Berto por la última pieza juzgada del caso Arona, en la que se le acusa de prevaricación, tráfico de influencias y coacciones -con petición de prisión- y de otros procedimientos -agrupados en el llamado caso Arona 2-, por los que aún no se ha sentado en el banquillo. Todo un angelito Berto: un pobre hombre que se pasaba por el forro las prevenciones y reparos de la secretaría municipal, y que no supo nunca lo que en Arona y Tenerife sabía todo el mundo: que el gobierno municipal bajo su mando era una podrida gusanera.