Podemos ha exigido a Antonio Morales la destitución del vicepresidente del Cabildo grancanario, Juan Manuel Brito, que fue el candidato morado en las elecciones de 2015. Conviene recordar que lo fue después de ganar unas reñidas primarias en las que se enfrentó a Claro que Podemos, el grupo oficial o, utilizando su autodefinición eufemística, "el que cuenta con el aval de Pablo Iglesias". Después de dos años de conflictos y acusaciones cruzadas entre la dirección regional y su hombre en el Cabildo, Brito fue expulsado de Podemos por la Comisión de Garantías podemita, en medio de una campaña de brutal descalificación personal, digna de los métodos de Beria, en la que Podemos practicó primero la técnica de tirar la piedra y esconder la mano, para luego -cuando Brito apoyó la implantación de Sí se Puede en Gran Canaria- pasar directamente a la destrucción pública de su imagen personal. Cuando te acusan incluso de haber abusado de tu hija menor, el que te endosen también la acusación de haber hecho trampas en las primarias supongo que te debe resbalar bastante.

Coincidiendo con la expulsión -que Brito ha recurrido infructuosamente ante los órganos de Podemos y ahora en los tribunales de Justicia-, Meri Pita dejó claro que se investigarían esas trampas, que fuentes anónimas, citadas en medios digitales y en las redes sociales, dicen se produjeron usando tarjetas telefónicas de prepago para falsear votos. Ni siquiera voy a entrar a valorar si es o no cierto que Brito entregó 600 euros a unos propios -los mismos que ahora se arrepienten y le denuncian sin identificarse- para comprar tarjetas prepago y votar su candidatura. Es tan perfectamente posible que sea cierto como que no lo sea. Y seguirá siendo así hasta que los arrepentidos den la cara públicamente o presenten documentación que pruebe sus acusaciones. Lo curioso del caso es que ya hay documentación que demuestra irregularidades flagrantes en esas primarias, pero realizadas por Claro que Podemos, el grupo de Meri Pita. Son los famosos pantallazos de guasap en los que se pide ayuda para crear falsas cuentas de correo o se comunica que se han creado ya centenares de ellas, y también las notas manuscritas donde aparecen los nombres y claves de todos esos correos. Pero de eso, la Comisión de Garantías ni se ha dado por aludida... Parece que hacer trampas solo está mal si las hace el adversario.

Al margen de la situación absurda que la fractura de Podemos crea en el Cabildo, y que provocará la pérdida de la cómoda mayoría de la que hasta hoy ha dispuesto Morales gracias al tripartito grancanario, este asunto debería hacer reflexionar sobre los defectos y problemas de esa "democracia electrónica" que Podemos vendió como la panacea de la participación ciudadana, y se percibe ahora como un coladero de trapisondas que deslegitima los procedimientos podemitas. Ojo: es verdad que en todas partes cuecen habas, que se hicieron trampas -y muy gordas- en las primarias regionales del PSOE, pero se detectaron a tiempo y fueron anuladas. Y también se hacen trampas en las votaciones internas de los partidos, incluso en las presenciales, afiliando y haciendo votar a amigos y conocidos. Afortunadamente, esas prácticas son cada día más difíciles.

El problema con Podemos es que nos vendió una democracia participativa y abierta a todos, y lo que nos han dado ha sido un catálogo de trampas. De trampas cuya supuesta detección sirve para purgar al adversario, y de trampas que la Comisión de Garantías ni se molesta en investigar, porque las hicieron los afines. Es lo que hay.