El Gobierno Rajoy ha decidido retrasar el debate en el Congreso del decreto ley para la reforma de la estiba. El debate y votación estaban anunciados para este próximo jueves, pero el Gobierno no cuenta con los apoyos suficientes para convalidar el decreto y el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, ha decidido que se retrase, de momento otra semana. Lo asombroso no es tanto este nuevo retraso, sino que el Gobierno se atreviera a aprobar en Consejo de Ministros un decreto que probablemente deberá rectificar, porque no cuenta con apoyos suficientes. El Gobierno parece no haber entendido que su supervivencia política pasa por negociar todos y cada uno de los asuntos que lleve al Parlamento, llegar a acuerdos con las fuerzas políticas y cumplirlos. Algo que no siempre hace: en Ciudadanos, principal soporte del presidente Rajoy, andan muy enfadados por los incumplimientos del programa de medidas contra la corrupción pactadas con el PP. El caso del presidente de Murcia, cuya continuidad sigue apoyando el PP a pesar de estar procesado, supone un incumplimiento flagrante de los acuerdos con Ciudadanos y ha provocado un serio distanciamiento entre ambas fuerzas políticas, que ahora se materializa en el rechazo del partido de Albert Rivera a apoyar la convalidación del decreto de la estiba. Con el voto solo de Ciudadanos no se puede convalidar el decreto, pero, sin él, cualquier negociación parlamentaria está directamente condenada al fracaso. Como cualquier otra iniciativa: el Gobierno debe recordar que está en minoría, que su posición política es muy débil y que gobierna gracias a la abstención del primer partido de la oposición, una anomalía democrática que requiere de serias contrapartidas y que implica adoptar un nuevo estilo parlamentario.

Tras la abstención del PSOE, que ha colocado a los socialistas ante su peor crisis interna desde el fraccionamiento del socialismo español entre "históricos" y "renovados" en los inicios de la Transición, Rajoy y los suyos parecieron entender lo que significaba gobernar en minoría: trabajar especialmente por lograr acuerdos que permitieran avanzar, garantizando la aprobación de unos presupuestos que las regiones esperan como agua de mayo. El rechazo del PSOE a abstenerse de nuevo en la aprobación de los presupuestos y las dificultades para conseguir una mayoría alternativa que los respalde han provocado esta extraña situación de ahora, en la que el PP parece haber olvidado que no cuenta con los votos que necesita para gobernar en solitario. Presentar el decreto de la estiba sin contar con apoyo para validarlo en el Congreso fue un disparate. Presentar los presupuestos sin contar con votos suficientes sería otro, aún más grave. Pero la alternativa al bloqueo actual no es reconocer la incapacidad de gobernar y convocar a nuevas elecciones. Después de apenas unos meses de Gobierno, tras casi un año con el país completamente paralizado, acudir de nuevo a las urnas sería un disparate aún mayor que probablemente no resolvería una situación electoral enquistada. Por eso, se imponen la reflexión y el diálogo: aún cabe negociar, negociar y seguir negociando. Llegar a acuerdos y cumplirlos es la mejor manera de superar este tiempo de conflictos.