Ahí está viendo pasar el tiempo. La frase vale tanto para la Puerta de Alcalá, en Madrid, como para un peculiar árbol ubicado en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife. Por la esquina de las calles Robayna y Castillo transitan a diario miles de personas. Muchas son extranjeros que se paran ante un ejemplar que les llama muchísimo la atención. "Puede estar entre lo más fotografiado de la ciudad, sin duda", apuntan desde los comercios cercanos para añadir: "No tiene una leyenda o un cartel para explicar qué es. Debería colocarlo el ayuntamiento. Lo mismo pasa con una escultura de color marrón que han puesto hace unos meses delante y la gente usa de columpio para los chiquillos".

De la escultura "misteriosa" habrá que buscar datos, pero el árbol es una Chorisia o ceiba speciosa, popularmente llamada palo borracho. De hoja caduca y nativo de las selvas tropicales y subtropicales de Sudamérica. Sobre todo de Brasil. Puede alcanzar entre 6 y 12 metros de altura, pero no es excepcional que llegue a más de 25.

El ejemplar llama la atención por su porte; por su tronco, en forma de botella, "que todo el mundo quiere tocar", y por el color entre verde -debido a su riqueza en clorofila que le permite realizar la fotosíntesis cuando le faltan las hojas, como estos días- y por unos frutos que florecen en cualquier época del año. Un "vecino brasileño" bastante desconocido.