Rajoy ha salvado el debate de las enmiendas a la totalidad de los presupuestos forrándoles los riñones a los nacionalistas vascos con concesiones millonarias en materia del cupo vasco -que les rebaja en 569 millones-, devolviéndoles 1.600 que los vascos le reclamaban, e inyectando otros 3.400 millones al tren de alta velocidad que conectará las capitales vascas con Francia y con el resto de España. No está mal: los vascos han sacado por cada uno de sus diputados más de lo que Canarias ha sacado por Ana Oramas. Claro que Ana Oramas es bajita y pesa menos que un vasco fuertote. A lo mejor al kilo la cosa está más ajustada. Hay quien se escandaliza por esta suerte de zoco que suele ser la negociación presupuestaria, pero es lo que hay: el personal se enfada mucho de que los nacionalistas regateen para su territorio, pero es lo que viene ocurriendo en este país siempre que uno de los grandes partidos nacionales -el PP o el PSOE- no consigue mayoría absoluta. Esto va así: quien manda tiene que hacerse aprobar los presupuestos, y si no tiene votos suficientes, los compra al que más barato le sale. Es más barato comprarles el voto a los canarios o a los vascos (o a los catalanes, antes de que se subieran a la parra soberanista) que comprárselos a quien no te los va a vender a precio ninguno. Hay países más serios que el nuestro en los que la izquierda puede apoyar a un Gobierno de derechas que decide incluir las ortodoncias en la seguridad social, o la derecha a uno de izquierdas que acepta reducir un punto el IRPF o como se llame el IRPF en Noruega. Pero España es un país de principios: aquí no se apoya jamás a un adversario, aunque el adversario esté dispuesto a hacer lo que le pedimos. El adversario no está para ser convencido, sino para ser destruido: es lo que nos han dejado tantos siglos de catolicismo trentino.

Más: el rechazo de las enmiendas a la totalidad a los presupuestos inaugura la etapa del menudeo menudo: aquí se ha vendido ya la piel del oso pardo presupuestario, cuando resulta que las enmiendas podrían acabar convirtiendo al feroz plantígrado en un tierno oso panda. No ocurrirá, porque al final -en política más- siempre pasa lo que acaba por pasar: se pondrán de acuerdo en algunos retoques y aquí paz y en el cielo gloria. Aunque será novedoso ver al PP negociar la incorporación de enmiendas, después de lo que les gusta a ellos un buen rodillo.

Y más aún. Con la aprobación de los presupuestos, cae la barrera que impedía al PP canario rendirse amorosamente a Coalición y hacerse de una vez la foto de boda más esperada de la temporada. Puede ocurrir en unas horas, o puede tardar hasta que se despejen los congresos. A mí me huele que tras la presentación de las propuestas de Gobierno del PP a Coalición van a saltarse la pedida y van a ir ya a por la tarta nupcial, pero en esta región es difícil hacer pronósticos. Es cierto que la pareja Antona-Clavijo anda de relaciones prematrimoniales desde justo un día antes del divorcio con Patricia Hernández. Pero entre los muy próximos, aunque haya constancia de himeneo, ya dicen de lo complicado que es organizar una buena boda. Asier Antona debe estar todavía decidiendo qué gayumbos se pone para la ocasión, si unos calados primorosamente por manos palmeras, o esos otros en plan "drag" que -visto cómo se presenta lo que queda de legislatura- pueden acabar por marcar la tendencia de los próximos meses.