Román Rodríguez estará hoy -Día de Canarias- firmando en Madrid el acuerdo presupuestario suscrito con el Gobierno de la nación, después de recibir el unánime visto bueno de la ejecutiva regional de Nueva Canarias al cambio de política que en términos prácticos lo que supone es sumarse a la vieja táctica nacionalista de mercar paz presupuestaria a cambio de más pasta para el territorio. Durante los últimos años, tanto Román como sus colegas de Nueva Canarias (muchos de ellos gente que militaba en Coalición cuando Román era presidente del Gobierno coalicionero) se han puesto sistemáticamente al comportamiento "fenicio" de sus antiguos hermanos. A pesar de los epítetos más o menos cariñosos, la crítica al nacionalismo de derechas que representa Clavijo -Nueva Canarias se define a sí misma como nacionalista de izquierdas- ha sido no tanto por negociar mejoras económicas para las Islas en los presupuestos, como por no lograr éxito suficiente en esa negociación.

A la postre, después de incorporarse en el mismo límite de la pelea de las cuentas, Pedro Quevedo ha conseguido del Gobierno de la nación algunas importantes concesiones, parte de ellas cuantificables y otras difícilmente medibles. La táctica negociadora, diseñada por Román, ha tenido un notable éxito no tanto por la cuantía de lo obtenido (de acuerdo con las cifras que ellos mismos han facilitado, supone un cuarenta por ciento de los quinientos millones que se habían fijado), sino por haberse sumado en el último minuto a apoyar el presupuesto. Es por eso por lo que hoy se aplaude al diputado Quevedo desde las tribunas mediáticas de la derecha, y -por supuesto- desde los medios de comunicación de Canarias. Quevedo ha sacado el máximo partido político posible a su sobreexposición pública y a este unánime catálogo de aplausos, al que se han adherido incluso algunas voces locales del propio PSOE, partido con el que Nueva Canarias montó una coalición electoral en las últimas dos elecciones, gracias a las que Quevedo es hoy diputado, y al decir quizá excesivo de alguno de sus partidarios, el héroe del momento, calificativo con el que se le ha obsequiado desde trincheras cercanas. En realidad, el heroísmo de Quevedo es tan chiripitifláutico como el de Locomotoro y el Capitán Tan. Quevedo es el héroe del momento porque ha hecho lo que tenía que hacer: permitir que Rajoy disponga de unos presupuestos con los que gobernar. Quevedo ha tenido que elegir entre su bolsillo nacionalista y su corazón de izquierdas, y al final ha optado por hacer lo que le dijo Román -el político más listo y mejor peinado de Canarias-, que es lo que al nacionalismo le trae más cuenta. No me cansaré de decir que ha acertado, de la misma manera que en las fases previas de este enredo dije que ya lo tenían decidido desde mucho antes. Porque no tenían otra: o eso, o una segunda prórroga imposible de los presupuestos, y una probable convocatoria de nuevas elecciones, en las que Quevedo habría tenido que medirse quizá en solitario.

En fin: Román ha destacado el valor simbólico que tiene rubricar el acuerdo con el Gobierno el 30 mayo, Día de Canarias. Habrá quien se lo tome a guasa, pero yo no. Nueva Canarias vuelve a la política simbólica del Día de Canarias que le es propia, después de años de navegar en aguas de la izquierda. Han conseguido lo que querían, con firma el Día de Canarias, para mayor lucimiento. Pero tienen difícil marcha atrás. Se pongan como se pongan, ya me dirán qué diferencia hay entre abstenerse en la votación de un presidente de derechas o aprobarle los presupuestos para que pueda seguir haciendo una política de derechas.