Cuentan los que saben de estas cosas que hay un grave atasco en las negociaciones entre el PP y Coalición, a cuenta de las reformas fiscal y electoral. Yo no lo creo. Yo creo que lo que les tiene enfrentados es el reparto de las canonjías, sinecuras y prebendas. Se veía venir desde hace unos días, pero fue ayer cuando se anunció la cancelación del encuentro previsto para hoy, en el que se supone que las cosas iban a quedar vistas para sentencia.

En realidad, no hay una sola negociación en la historia de esta región nuestra que no incluya el numerito del frenazo y vuelta a empezar. Es un clásico. Lo más probable es que después de que los negociadores de ambas cuadras bordeen la ruptura, con María Australia Navarro y José Miguel Barragán haciendo de polis malos en esta película, el presidente Clavijo y Asier Antona se reúnan otra vez -ya lo han hecho, en presidencia del Gobierno, al menos en dos ocasiones desde el inicio de las negociaciones- y zurzan los rotos y descosidos. Eso es lo que dictaría el sentido común, pero Canarias no es precisamente una región que se defina a sí misma por el sentido común de quienes la gobiernan. Sentido común habría sido que Patricia Hernández, en vez de sumarse a la destrucción mutua asegurada en diciembre del 2016 (por cierto, que sólo han pasado seis meses), hubiera evitado colocar las cosas en el único punto del que era imposible rescatarlas, y me refiero al abandono del Consejo de Gobierno. Sentido común habría sido que la competencia no se hubiera pasado un mes construyendo una moción de censura imposible desde el punto de vista de las matemáticas, y que, sin embargo, Patricia Hernández se creyó. Sentido común habría sido que Rodríguez Fraga, ese dinosaurio inextinguible que pace por los Sures tinerfeños, no hubiera alentado estúpidamente la megalomanía de Hernández, haciéndole creer que todo el PSOE la seguiría encantado al desahucio... Si en el PSOE hubiera habido sentido común, los pasados seis años de esforzada convivencia para evitar un Gobierno de derechas en las islas no se habrían tirado por el sumidero...

Pero... aquí y ahora, el sentido común tampoco parece abundar. Asier Antona sostuvo disciplinadamente el Gobierno de Clavijo en los momentos más duros, esperando que Madrid diera la bendición para incorporarse a él con armas y equipo. Eso es lo que pactaron Antona y Clavijo tras la salida de los socialistas. Ahora, cuando se presenta la oportunidad de cerrar un acuerdo que daría estabilidad, Coalición se deshace en consideraciones de baratillo sobre lo bueno que sería que el PP apoyara gratis al Gobierno desde fuera... Sí, claro que sería estupendo. Sería que a Coalición y sus cien mil hijos les tocara la lotería. Pero con sólo dieciocho diputados, jugar al despiste tiene sus riesgos. A Fernando Clavijo le gusta el peligro, le ha acompañado una extraordinaria baraka desde que accedió a la Presidencia y puede acabar creyendo que es indestructible. Sabe que Rajoy necesita a Ana Oramas, sabe que el PP no tiene opciones en Canarias para mover una censura..., al menos en las actuales circunstancias. Pero mantener los casi dos años que quedan de legislatura al borde del abismo supone exponerse al traspiés. Media Canarias no entiende que la tercera fuerza política en número de votos (en realidad a un punto del PSOE y a décimas del PP) pueda gobernar con el exiguo apoyo de dieciocho diputados. A este Gobierno de minorías se le tienen muchas ganas. Soportar así lo que queda de legislatura será un suplicio. Además de una legislatura perdida.