Si alguien esperaba de Ángel Víctor Torres que siguiera los pasos de su jefe Pedro Sánchez y despachara sobre la marcha la incógnita del organigrama del grupo parlamentario, se ha quedado con las ganas. El secretario general "in pectore" de los socialistas ha decidido esperar hasta la celebración del Congreso regional de septiembre para poner orden en las filas. Quizá la espera sea consecuencia de que tenemos un caluroso e inhábil mes de agosto de por medio, y tampoco corre tanta prisa, o a que primero quiere Torres ver cómo se desarrolla la cuestión del congreso, no vaya a ser que no pueda hacer de su capa un sayo, como sí hizo Pedro Sánchez, a cuenta de tener la mitad más uno de los votos. El caso de Ángel Víctor es distinto: los dos candidatos que se le enfrentaron suman más que él, y si esa relación de fuerzas se reprodujera en el Congreso, si los apoyos de los delegados fueran los mismos que los de los afiliados y si Juan Fernando López Aguilar y Patricia Hernández se pusieran de acuerdo, entonces el hombre tendría su capacidad de maniobra muy limitada.

Pero son demasiados condicionales para una sola frase y un solo congreso. Lo más probable es que al nuevo secretario general de los socialistas le dejen componer su ejecutiva, que él sea más o menos generoso con los derrotados, y que el siguiente episodio de esta alegre "kermesse" que son las primarias socialistas sea cuando tenga que enfrentarse a Patricia Hernández como candidato a la presidencia del Gobierno, que ya ha dicho doña Patricia que aspira.

Mientras, el PSOE retrasa cambios: el curso político se estrenará en septiembre con Patricia Hernández como presidenta del grupo parlamentario e Iñaki Lavandera como portavoz. Durante al menos dos semanas, el PSOE tendrá varios portavoces oficiales: el secretario general, el presidente de la gestora, Patricia Hernández e Iñaki Lavandera. Y eso sin contar a Marian Franquet, que saldrá a valorar los acuerdos en materia de política de género cuando se produzcan. La pregunta es si al PSOE canario le conviene abrir el curso con cuatro portavoces, y que pasen cosas como la ocurrida cuando tocó pronunciarse sobre la salida de Mariate Lorenzo de la Consejería de Turismo. A saber: que el secretario general hizo unas declaraciones, pero lo que salió en los medios fue las que hizo Iñaki Lavandera, que además no dijo lo mismo que Ángel Víctor Torres. Pero bueno, cuarenta y cinco días de cacofonía son sólo mes y medio, y la mitad en verano, o sea, que tampoco será tan grave el asunto.

Torres puede dedicarse lo que le queda de verano a definir cómo dar forma a su ejecutiva. Parece que tiene ya en mente que la secretaría de organización la va a desempeñar un hombre de su confianza, un grancanario. Eso significa que la Presidencia y la vicesecretaría general deberían en principio recaer en tinerfeños. O al menos una de ellas y la otra en alguien que no sea de Gran Canaria. Porque -digan lo que digan luego cuando se trata de hacer declaraciones sobre el insularismo- la política de cuotas de representación insular la cumplen los partidos al pie de la letra. Es lo que tiene hacer política en esta región.