"Como yo no hay nadie", se congratula el extremeño Francisco Núñez Olivera que a sus 112 años y tras el fallecimiento del israelí Yisrael Kristal, puede presumir de ser el hombre más longevo del mundo gracias a una vida sana y tranquila, estos días alterada por el interés mediático y el aluvión de felicitaciones.

A cuatro meses de cumplir 113 años, Núñez Olivera, natural de Bienvenida (Badajoz), siente mucha alegría por este reconocimiento que ha puesto en el punto de mira a la pequeña localidad de unos 2.200 habitantes. Agricultor de profesión, este pacense, que siempre ha residido en su pueblo natal, se define como una persona sencilla, de vida tranquila y costumbres fijas, entre las que no faltaban pasear por las calles y jugar la partida con los amigos en el bar.

Ahora, sentado en una silla de ruedas, a Francisco le gusta recibir visitas en su casa. A su hija María Antonia, de 81 años, con la que reside y que siempre está pendiente de su salud, no tanto, y por eso las intenta limitar para que Francisco no se altere y se canse. "Es que le quedan menos de cuatro meses para cumplir 113 años", advierte de forma cariñosa María Antonia, que se siente orgullosa de que su padre se haya convertido en el hombre más longevo del mundo.

Su familia tiene claro que el éxito de su longevidad, además de la genética, es que "ha vivido la vida como le ha apetecido y de manera muy sana".