Fernando Clavijo explicó ayer, en la conferencia organizada por el Partido Demócrata Europeo sobre "La Democracia y el futuro de Europa", que el soberanismo y el populismo son los principales retos que tiene que afrontar la Unión Europea en los próximos años. Es difícil estar en desacuerdo con la idea de que el principal problema de Europa sea el populismo, y ahora ese soberanismo que ha devuelto a la agenda europea el independentismo catalán. En Canarias estamos acostumbrados desde hace años a que Coalición Canaria -un partido que se define formalmente como nacionalista- se descuelgue con curiosas reflexiones sobre lo que es o no es el nacionalismo. Clavijo, que de joven fue independentista confeso, ha rizado el rizo ideológico hasta el mismo extremo de orillar la definición, al manifestarse con rotundidad contra el soberanismo. Porque el soberanismo es condición "sine qua non" del verdadero nacionalismo.

El nacionalismo es la ideología de la nación. No hay que darle muchas vueltas a eso. Los partidos nacionalistas de Cataluña, el País Vasco y en menor medida los de Galicia consideran que Cataluña, el País Vasco y Galicia son naciones. Cuando se aprobó la Constitución de 1978, con sus encajes de orfebre, el título VIII quedó como un churro, porque era necesario conciliar tres posiciones irreconciliables: el nacionalismo español, los distintos nacionalismos entonces denominados "históricos" y el federalismo de las izquierdas. Al final, salió un modelo híbrido e imperfecto, mezcla de descentralización, autogobierno y asunción de la unidad de España, con el que hemos tirado ya casi cuarenta años, básicamente haciendo concesiones a los nacionalistas para evitar que se produzcan las tensiones centrífugas que acompañan nuestra historia contemporánea. Ahora estamos en el brete de que lo que hemos hecho durante cuarenta años -ceder siempre a la presión del nacionalismo periférico- ha provocado una situación límite, en la que ya no se puede ceder más sin romper el Estado. Supongo que las ideas básicamente peregrinas sobre la reforma constitucional que se plantean en un momento de absoluta división del país pretenden resolver sobre el papel la situación creada, aunque aquí todos sabemos perfectamente que los nacionalismos sólo se sienten satisfechos cuando consolidan estructuras nacionales. Cuando logran la independencia, vaya.

Habrá -lamentablemente- muchas ocasiones para hablar de eso. Pero hoy toca hacerlo de las declaraciones de un político "nacionalista" que califica el soberanismo no de "objetivo" -aunque sea a muy largo plazo-, sino de "peligro". Luego una de dos: o Clavijo no sabe lo que dice o no es nacionalista. Yo creo que no lo es, ni él ni su partido. Sin duda, Clavijo fuera nacionalista alguna vez, pero su partido, Coalición Canaria, no lo ha sido nunca. Coalición es un grupo político heterogéneo, surgido de la fusión de los insularistas, los centristas del CDS, la izquierda asamblearia majorera e Ican, una coalición de intereses a la que se incorporó como guinda un partido -el PNC- que sí es nacionalista, pero está en modo "renta política" y se conforma con mantener colocados a los dos o tres que lo mangonean.

En Canarias asumimos desde 1993 la desfachatez de llamar nacionalista (seguiremos haciéndolo) a un partido regionalista, cuya principal estrategia consiste en sacarle todo lo que se pueda (y mientras se pueda) al Estado y a Europa. Es cierto que los nacionalistas "de verdad" también persiguen eso, pero lo cambiarían por administrar independientemente sus "naciones". Nosotros no. Porque en Canarias -como en Andalucía o Extremadura- llega más dinero de fuera del que sale para fuera. En España sólo son de verdad nacionalistas los nacionalistas de los territorios ricos. Y lo son por pura avaricia. Lo dicen continuamente: porque España les roba.