El presidente del Cabildo grancanario, Antonio Morales, se descolgó ayer con el anuncio de que procederá a denunciar ante los tribunales de justicia al periódico La Provincia, "por socavar los cimientos de la democracia" y organizar una trama política y económica de sabotaje contra su presidencia. Es la segunda vez que Morales anuncia demandas contra el diario grancanario (el anuncio anterior no se cumplió), pero en esta ocasión ha subido el tono: "La Provincia -ha dicho ahora- es un fango de un periodismo golfo, ruin y mercenario". Morales vuelve a la carga contra un medio que ha criticado alguno de sus comportamientos y decisiones, envalentonado por la decisión de la Fiscalía de archivar una demanda contra él presentada por un colaborador de un empresario que mantiene un contencioso con el Ayuntamiento de Agüimes, del que Morales fue alcalde. La denuncia desestimada se presentó por prevaricación, cohecho, malversación y falsedad documental, amparada en las irregularidades de gestión detectadas por la Audiencia de Cuentas en 2013, cuando Morales dirigía el consistorio. Morales considera que la denuncia fue urdida en una conspiración política y mediática en la que participaron el periódico y Fernando Clavijo. Nada menos.

Cada uno es libre de ver enemigos donde quiera, y de acudir a los tribunales para defender su honra, frente a las informaciones que publiquen los medios de comunicación y los periodistas. Pero el discurso de Morales tiende cada vez más al caudillismo: identifica las informaciones críticas con él con ataques contra Gran Canaria, desacredita al periódico al que insulta y califica de "mercenario" y acusa de practicar un periodismo "golfo y run", y lo hace utilizando los medios e instalaciones del Cabildo, que no son suyas.

No es la primera vez que un político se enzarza con un medio de comunicación. A veces con razón: los medios ni son infalibles ni sus intereses y objetivos son necesariamente intachables. Pero Morales se excede, se pasa tres pueblos más allá de lo que es legítimo y razonable en un contencioso con un medio que considera hostil. He repasado la hemeroteca y no he encontrado ni un solo insulto en el periódico contra él, ni el menor indicio de campaña. Solo información crítica -y también favorable- sobre su gestión. Morales sabe que cuenta con un respaldo creciente en su isla, dónde ha pasado de ejercer un liderazgo moral sobre la izquierda y el ecologismo a ampliar su base electoral utilizando un populismo que imita -actualizándolos- los viejos discursos y refranes del insularismo de ATI sobre el agravio del de enfrente, el despojo y el abandono. Contar con el apoyo de tus electores no es excusa para dejarse arrastrar por formas autoritarias y despóticas, o caer en la descalificación y el insulto contra un medio y sus periodistas. Morales está perdiendo la olla, y comete el error de pensar que esta guerra suya con La Provincia es una guerra que le conviene. Antes que él ya hubo otros que sucumbieron a la misma tentación de conflicto y forcejeo. Pero los políticos agotan sus mandatos, más pronto que tarde. Los medios no. Morales se está embarcando en una guerra perdida contra el tiempo y la memoria. Alguien debería decirle que lo que hace, además de impropio de un demócrata, es una pura estupidez.