Los dos grandes sindicatos españoles, UGT y CCOO, y las dos principales patronales, CEOE y Cepyme, cerraron ayer un preacuerdo para incorporar a los convenios una subida salarial anual hasta de un dos por ciento, más otro punto adicional vinculado a la productividad y los beneficios empresariales. Lo más llamativo del acuerdo es el establecimiento de un "suelo" salarial en los convenios, de mil euros mensuales, en catorce pagas, 14.000 euros de salario anual, una sustancial mejora de las retribuciones más bajas.

El acuerdo ha sido presentado por UGT y CCOO y por las patronales como un cambio claro de tendencia en las últimas negociaciones, y el reconocimiento explícito de que la crisis ha sido ya superada. En realidad, el acuerdo no implica un incremento tan obvio del poder adquisitivo de los trabajadores empleados como dicen los sindicatos. La subida del dos por ciento de los salarios supone poco menos que una décima por encima de la inflación prevista para este año, que es del 1,9, y no parece que vaya a resultar sencillo incorporar a los convenios el incremento adicional de un punto, con un paro que se acerca al 17 por ciento, y cuando el Gobierno Sánchez ha dejado ya claro que no derogará la reforma laboral vigente, que colocó a los sindicatos en una posición de debilidad negociadora. De hecho, la firma del acuerdo por parte de los dos secretarios generales de UGT y CCOO parece responder precisamente a la necesidad de explicar a los afiliados sindicales y a la sociedad española que los sindicatos aún están en el juego. Pero resulta muy difícil que el incremento pactado para este año 2018, que es levemente superior al punto y medio (la mitad del máximo negociado ahora) pueda ''brincar'' en los convenios hasta el dos por ciento. La sospechas es que a pesar del triunfalismo de los sindicatos, los diez millones y medio de sueldos que se negocian colectivamente en este país, no vean ese gran incremento de capacidad adquisitiva que se nos vende.

Pero no todo va a ser malo? a mi juicio, lo realmente importante de esta negociación no son esas subidas salariales que se mantienen en el borde mismo de la inflación, ni ese punto porcentual adicional que se define en una cláusula bastante poco concreta y permite un margen importante para el escaqueo a las empresas y a los sectores de actividad. Lo realmente importante, insisto, es la decisión de los sindicatos de rebajar su inicial reivindicación de superar el tres por ciento lineal en las subidas de convenio, para centrarse en la mejora de los salarios más bajos, estableciendo una base mínima de mil euros, que permitirá unificar en torno a esa cifra las retribuciones de los trabajadores menos cualificados, los jóvenes y aquellos que perdieron sus empleos durante la crisis y tuvieron que aceptar lo primero que se les ofreció.

En ese sentido, el acuerdo sí cumple con lo que debería ser la principal preocupación de todos, que es ir reduciendo el daño que la crisis hizo a los trabajadores que menos cobraban, y que -en algunos casos- llegaron a sufrir pérdidas adicionales de hasta un 25 por ciento del salario. Son casi dos millones de trabajadores a jornada completa los que deberían verse beneficiados -en distintos niveles y gradaciones- por esta parte del acuerdo, aún pendiente de ratificar. Esa es la buena noticia, y es -también- la demostración de que los sindicatos han optado esta vez por la solidaridad entre los trabajadores, antes que por el formato de aumentos lineales, que -a mi juicio- resulta más cosmético que otra cosa.