Han sido más de 20 años regalando alternativas irrealizables a los oídos de los contribuyentes. Versos de esperanza pintados de piche para saturar el "pacienciómetro" de los monjes benedictinos que día tras días sufren las desesperantes colas de la TF-5.

Ningún alquimista ni tecnócrata insular o regional solventa uno de los principales problemas que tiene la Isla en materia de conectividad. La construcción del carril BUS-VAO, el tren, un estudio para soterrar la autopista TF-5 en La Laguna, cambiar el horario e la Universidad o la apuesta por los coches voladores son algunas de las supuestas soluciones que se ponen sobre la mesa año tras año.

Reuniones para no llegar a nada, sin dudar de la buena voluntad de sus proponentes, y presentaciones en power point sobre proyectos que nunca llegaron, son la tónica habitual. Como dice un amigo, que no por viejo es sabio, "si esto pasa en Las Palmas, en menos de un año lo arreglan; esa gente está más cohesionada que nosotros y hay que reconocerlo".

El lógico cabreo de aquellos que pagan sus impuestos aumenta a medida que las propuestas quiméricas avanzan en su desidia. Ingenieros, políticos y demás profesionales del sector no dan con la tecla, mientras el Estado y la falta de financiación en carreteras sigue siendo el chivo expiatorio perfecto. Una falta de planificación entre el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife de la cual los ciudadanos del Norte son los principales damnificados.

Más de 20 años para que el Gobierno de Canarias encuentre una solución a las colas de la TF-5 y llega "El Chapo" Guzmán y en menos de 6 meses construye debajo del retrete de una cárcel de máxima seguridad en Méjico un túnel de casi dos kilómetros con aire acondicionado, carril para la moto, ventilación y luces de discoteca.

Todo estaba milimétricamente preparado para dar realidad a una obra de ingeniería que se cuantifica en aproximadamente en 50 millones de dólares, más caro que una sola alternativa factible para al menos amortiguar las consecuencias de las colas.

No obstante, está claro que la Isla no puede tener un parque móvil tan grande más si cabe cuando los datos demuestran que somos la segunda zona de todo el territorio español en cuanto a mayor número de vehículos por kilómetro de carretera, solo por detrás de Pontevedra.

Tenerife tiene hoy en día una densidad de vehículos que supera en 3,5 veces a la media española. La necesidad de reducir el número de vehículos es urgente en un territorio limitado y donde no se comparte el vehículo para desplazarse hasta el lugar de trabajo o la universidad.

Mira un día a los lados y verás a estudiantes solos en el coche, la misma facultad y clase, pero cada uno en su propio vehículo. Eso sin contar con que el transporte es el principal responsable de la generación de gases de efecto invernadero (GEI) en Europa tras el sector energético, al estar detrás de un 20% de las emisiones totales.