El consejero de Obras Públicas y Transportes y vicepresidente del Gobierno regional, lleva desde hace días asegurando públicamente que no se ha producido una subida artificial de los precios de las compañías aéreas en las rutas Canarias-Península, como resultado de la aplicación de la subvención del 75 por ciento. Pablo Rodríguez lo afirmó así la pasada semana en la cadena SER, y ayer volvió a mantener la misma posición en un foro organizado por Prensa Ibérica en Las Palmas de Gran Canaria, en el que participó acompañado por representantes de Binter Canarias y Fred. Olsen. Rodríguez fue más preciso al desmentir la percepción que tenemos muchos, que es la de que las compañías están haciendo su agosto gracias a la bonificación. Según dijo el vicepresidente, lo que provoca que los billetes resulten más caros no es "una subida de los precios", sino "un extraordinario aumento de la demanda", que es el que (atención al argumento) provoca que las tarifas más baratas se agoten antes, porque los canarios, incentivados por la bonificación, se lanzan a comprarlas, de tal forma que las tarifas más económicas desaparecen en primer lugar, por lo que quienes compran sus pasajes más tarde se ven obligados a adquirir los de tarifas más caras.

No sé de dónde saca este hombre el argumentario: porque si se invierte el razonamiento, uno tendrá que antes era más factible conseguir las tarifas más baratas porque eran más caras. En realidad, don Pablo no parece estar muy ducho en el asunto: es verdad que los sistemas por los que las compañías aplican unas tarifas u otras son complejos y muy cambiantes. A veces cambian en fracción de minutos, como puede comprobar cualquiera que utilice un buscador de precios de internet para comprar sus billetes. Las compañías aplican algoritmos de venta para colocar sus precios, y modifican las tarifas en función de la demanda, a velocidad instantánea. Eso sí es cierto, y también lo es que al detectar compras en los tramos baratos suben más rápidamente los precios en el resto. No hay porcentajes establecidos de tarifas baratas y caras, se modifican en función de la gente que quiere viajar. En resumen: ahora ganan más dinero por cada avión y trayecto. Y a veces mucho más. Y si ganan más dinero es porque suben los precios abusivamente, porque hay más demanda, en efecto. Es decir, que la subvención del 75 por ciento hace que los precios suban, que es precisamente lo que el consejero de Transporte niega con su muy interesante teoría de la oferta y la demanda subvencionada.

No todo el Gobierno piensa lo mismo, según parece: al rato de conocerse las declaraciones de Pablo Rodríguez, la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, declaraba sin sonrojo alguno que su vicepresidente va a pedir la urgente puesta en marcha del observatorio de precios que el Gobierno de la nación se comprometió a poner en funcionamiento tras la aprobación del 75 por ciento de descuento a residentes, precisamente para evitar que las compañías volvieran a hacer lo mismo de siempre. Dijo Dávila que el observatorio está dotado con recursos del Presupuesto de 2018, y que su objetivo es el de servir para determinar si se incrementan los precios por parte de las compañías, y que si así fuera, habrá que adoptar medidas lo antes posible. Quizá la consejera Dávila debería pasarle una notita a su vicepresidente.