Rosa Dávila se despachó ayer un buen rato contra Ángel Víctor Torres, el secretario general del PSOE canario, al que acusó de boicotear las relaciones del Ejecutivo regional con el central. Preguntada por algún periodista sobre las garantías ofrecidas por Torres, tras reunirse con el ministro Ábalos, de que el Convenio de Carreteras se firmará este mes de octubre, Dávila aseguró no sentirse en absoluto tranquila. Según dijo, lo que hizo el ministro fue recibir en su despacho a un consejero del Cabildo grancanario, acompañado de una alcaldesa y otro consejero de otro cabildo. La consejera de Hacienda parecía bastante enfadada por una nimiedad como que el ministro se reúna para hablar de los convenios pendientes con quien no debe y que sea ese mismo "quien no debe" el que haga las veces de portavoz de Fomento en Canarias.

La consejera tiene razón en que el Gobierno de España debería ser más cuidadoso con estas cosas del protocolo; los nuevos, imbuidos por la cultura de Ferraz, confunden con facilidad la política partidaria con lo institucional, y utilizan al PSOE para puentear al Gobierno regional. Pero aunque eso no sea un procedimiento correcto, no sé de qué se sorprenden la consejera Dávila y su partido. Es exactamente la misma técnica que utilizaba el presidente del Cabildo de Tenerife -Carlos Alonso- cuando se saltaba a la consejera de Transportes, la socialista Ornella Chacón, para ir a reunirse con el ministro a Madrid a hablarle de los atascos de Tenerife (sin que sirviera, por cierto, para acelerar nada). En esto de ningunear al contrario, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

A Coalición Canaria le repatea que otros utilicen una técnica que ellos usan de manera recurrente, como si la hubieran inventado. El juego mejor jugado por Coalición ha sido siempre el de vender en Canarias su capacidad de interlocución con Madrid. Las elites gobernantes canarias -nacionalistas o no- tienen grabado a fuego en su ADN que su rol es el de lograr establecerse como vehículo de los intereses de Madrid, como portavoces en Canarias de las políticas del Estado y como administradores de los recursos que llegan de fuera a las Islas. Han venido asumiendo ese papel desde hace siglos, y lograron especializarse en él desde mediados del XIX. Coalición lo tiene más fácil, para vender sus gestiones, porque nadie les rechista en eso, pero también el PP y el PSOE han usado a modo y manera el sistema. Aún se recuerda que los esfuerzos de Antona para presentarse como el hombre de Madrid en Canarias llegaron en su momento a resultar patéticos, porque al final los suyos no le hacían repajolero caso. Los de Torres van camino de portarse igual (con Torres), pero también Coalición lo tiene cada vez más crudo para vender sus buenos oficios en la Corte. Y más aún en un momento en el que la política que preocupa al Gobierno de España solo tiene tres ejes centrales: Cataluña, cumplir con las instrucciones de Bruselas en materia de déficit y resistir lo más posible. Con ese trío de asuntos instalado en la agenda, quien se ocupe de rentar lo que se haga o deje de hacerse en Canarias, para mí que se las trae al pairo?