La bendición y posterior "peineta" de un cura, a cientos de personas que se concentraron a las puertas de la iglesia de San José, en Santa Cruz, para protestar por la celebración de la misa en honor a Franco, coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento, ha resultado visualmente llamativa. Por decirlo de alguna manera. Pueden ver el vídeo en internet.

El señor párroco, vestido de sotana, a la antigua usanza, se encaró con los protestones y después de echarles el "urbi et orbe" les saco la mano, y dedo arriba los mando al carajo. Es verdad que enfrente también se vieron gestos poco agradables. Antifascistas y asistentes a la misa se insultaron a discreción. La policía garantizó la seguridad fuera del templo.

Este país enterró a Franco el siglo pasado, y volvió a vivir (gracias al consenso y a pesar de las peinetas parroquiales) en una democracia que costó mucho recuperar después de una guerra civil que nos dejó un millón de muertos, y una dictadura con años de miserias y represión. Lo triste es que 43 años después sigamos hablando de exhumar a la momia y enredados en el franquismo. Lo convertimos en noticia cada día, sin darnos cuenta de que estamos dando de comer a toda la corriente de ultraderecha que va triunfando por medio mundo. Pasan los años, ocurren los dramas, y ni a base de golpes, aprendemos.