Lo ocurrido con "La Manada" deja al descubierto dos problemáticas. La primera afecta a las personas juzgadas, la otra a los profesionales que juzgan. En medio de este conflicto se posiciona una ciudadanía confundida. Y es que por muchas penas de cárcel, trabajos a la comunidad y alejamientos que se impongan, las opciones de que asesinos, maltratadores y violadores repitan sus conductas son altas.

Un tiempo a la sombra, las tareas controladas o unas pulseras en un tobillo tienen una nula utilidad ante noticias tan frías como la que se dio el jueves en Laredo (Cantabria). La primera víctima mortal de 2019 por un caso de violencia de machista en España eleva a 976 el número de fallecidas desde que hay registros.

Dos a uno. Ese fue el resultado del "partido" judicial que se jugó hace unos días en la Audiencia de Navarra. "La Manada" sigue en libertad. No hay riesgo de fuga, ni un solo indicio de alarma social y la reinserción marcha por sus cauces normales. Ojalá no se equivoquen. Pero no hay que irse a los Sanfermines para leer noticias del mismo perfil. En Las Palmas de Gran Canaria siguen buscando a un preso que fue condenado por el asesinato de su mujer en 2004. "Si un hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo". La frase no es mía. Su autor es Albert Camus, pero yo no le quitaría ni una coma. Los espíritus violentos nunca desaparecen del todo, solo duermen hasta que un día regresan en su estado más salvaje.