Los taxistas me caen bien. Son currantes. Más de una vez han sacado a uno de andurriales escabrosos cuando más se necesitaba. Siempre he dicho que me parece escandalosa la cantidad de impuestos que pagan para sacar un sueldo a fin de mes. Los horarios espantosos y los pesados y borrachitos que tienen que aguantar de madrugada. O cuando bajan del coche sin pagar o les roban a punta de navaja la "caja" que han hecho. Vaya esto por delante.

Pero colapsar ciudades, quemar contenedores, atacar a ciudadanos, como hemos visto estos días, como que no. ¿Son un servicio público? Llevan una placa que pone "SP" ¿no?. En la mayoría de países que conozco, las empresas de vehículos tipo Uber o Cabify conviven perfectamente con el taxi. ¿Pasa algo en España para que sea diferente? ¿Hay algo que no sepamos? ¿Tanta violencia esconde algo?

Siempre hay garbanzos negros. Quienes trucan los taxímetros. Traspasos de licencias a precios escandalosos. Quienes dan vueltas de más para subir la carrera. Pero siempre he entendido que los taxistas trabajan duro. ¿Se imaginan a los videoclubs pidiendo que se prohiba internet? ¿O a los fabricantes de cámaras fotográficas que se prohíba hacer fotos con los móviles? En otros países se han adaptado. Han aceptado la competencia. Han mejorado y se ganan al cliente. Pregúntense por qué aquí no. Tanta violencia no es gratuita.