Palomas abalanzándose sobre restos de comida en la mesa de una terraza o los puñados de migas de pan que alguien ha lanzado a la acera. La imagen está muy lejos de ser idílica. Y es que las palomas se están convirtiendo en un riesgo creciente para la salud de los habitantes de multitud de ciudades de todo el mundo. Dos personas fallecieron la pasada semana en Glasgow (Escocia) tras contraer una infección por hongos Cryptococcus, presentes en los excrementos de las palomas. A una guía turística en Barcelona, el TSJC catalán le otorgó en 2017 la invalidez permanente después de comprobar que esta fue la causa de su fibriosis pulmonar. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) insta a que se ataje el problema.