A falta de dos meses para las elecciones en Venezuela, la polémica sobre una gorra del candidato opositor, Henrique Capriles; la presencia del actor estadounidense Sean Penn y las sempiternas utilizaciones de la imagen de Bolívar aliñan una campaña electoral muy previsible y poco espectacular.

El candidato a la reelección, el presidente Hugo Chávez, con continuos actos multitudinarios y actividades transmitidas por televisión, y un Capriles inmerso en una maratón de mítines masivos en localidades y ciudades de todo el país repiten hace semanas el mismo patrón con el fin de conquistar el voto el 7 de octubre.

Chávez encabezó ayer un acto de Gobierno en el centro del país, que, como suele ser habitual, fue transmitido en cadena obligatoria de radio y televisión.

Acusado reiteradamente por sus detractores de usar políticamente esa prerrogativa que le confiere su condición de jefe de Estado, Chávez comenzó su intervención recordando que estaban en cadena para que, dijo, "no hablemos de campaña electoral ni nada de eso, porque a veces a alguien se le sale algo por la emoción".

Después de varios días en la carretera encabezando decenas de actos con comunidades en pueblos y ciudades, Capriles recurrió ayer a la red social Twitter para hacer algunos comentarios y acusar al "candidato del continuismo" de desesperarse porque "14 años después solo él cree sus mentiras".

Para el analista político John Magdaleno, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración de Caracas (IESA), "los formatos de comunicación" de ambos candidatos "son bastantes convencionales" y no está habiendo "grandes innovaciones" en esta campaña con vistas a las elecciones presidenciales.

Así las cosas, la polémica suscitada por la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de amonestar públicamente a Capriles por la gorra con los colores y las estrellas de la bandera venezolana que lleva habitualmente ha centrado buena parte del debate político en las últimas jornadas.

El CNE acusó a Capriles de no atender los exhortos que ha hecho para que los candidatos no usen los símbolos patrios en actos de campaña. "¡Acá asesinan a más de 50 venezolanos todos los días y el tema para el Gobierno es la gorra que yo uso!", indicó el candidato presidencial opositor al respecto.

Intenciones burguesas

Chávez, a su vez, considera que lo de la gorra supone una evidencia del desconocimiento de las instituciones y denunció una "intención burguesa" de desestabilización y golpismo.

El fin de semana fue Sean Penn el elemento noticioso en un acto de campaña de Chávez en Valencia, en el que se paseó con un afiche del presidente venezolano, con quien trabaja en programas de ayuda para Haití.

Para Magdaleno, "una campaña tiene que generar noticias para ser atractiva para los medios", aunque da por sentado que, en la medida en que se acerque la fecha de las elecciones, se irán levantando las cartas escondidas de los candidatos tanto en términos de anuncios como en el tono de su discurso.

Hasta ahora, "el formato de presentación del presidente es el que se ha venido planteando en todos los casos (...) el formato de presentación de Capriles es el mismo, el de los actos multitudinarios con un recorrido (...), y las puestas en escena no varían esencialmente", dijo el analista.

Otro de los elementos que marcaron esta primera fase de la campaña fue la presentación del nuevo rostro de Simón Bolívar y la polémica que puso encima de la mesa un genealogista que aseguró que el candidato opositor tenía parentesco con el Libertador.

Chávez replicó que, si fuera verdad ese nexo, el supuesto árbol familiar vincularía a Capriles con Fernando Bolívar, un sobrino del Libertador, a quien, aseguró el presidente, "su tío siempre lo reprendió porque era borracho, era jugador, le gustaba la plata y era un corrupto, lamentablemente".