El director y realizador independiente Víctor Erice, para quien el cine es "más que una profesión, una forma de destino", ha afirmado este viernes que no tiene "ninguna vocación elitista" y a que intenta que su películas puedan ser entendidas por todo tipo de público.

El cineasta vasco ha hecho esas declaraciones en Murcia, donde ha participado esta mañana en un coloquio enmarcado en el cuarto Festival Internacional de Cine de Viaje y Creación Ibn Arabí (IBAFF) junto con el director catalán Jaime Rosales y el iraní Abbas Kiarostami.

El ganador de la Concha de Oro por su primer largometraje, "El espíritu de la colmena", ha indicado que desde el mundo del cine más comercial o industrial y desde los medios de comunicación se trata de "proyectar un estigma y se descalifica" al cine de autor porque sus propuestas "no se someten a determinadas convenciones" o "no conectan con el público".

Sin embargo, ha asegurado que los directores independientes "no tienen vocación de soledad", siempre pretenden llegar al público y, de hecho, todas sus películas han reportado beneficios económicos, por lo que su "fracaso" se produce en la distribución.

A su juicio, en la actualidad "no importa la obra en sí, sino el acontecimiento social que proyecta", y cuando se estrena una película tiene tanto o más peso "ese acontecimiento social" que la calidad del trabajo.

En cualquier caso, la distinción entre el cine industrial y el de autor debe hacerse "con cautela", ya que hay películas comerciales que tienen rasgos de las independientes y otras de autor que "no establecen una mirada nueva de la realidad", ha subrayado el ganador del Premio de la Crítica de Cannes, el Premio Nacional de Cinematografía y el Hugo de Oro de Chicago por "El sol del membrillo".

Sobre esos dos tipos de cine, Jaime Rosales ha subrayado que es fundamental "hacer cine en libertad", pero sin dejar de "ser influyente" y de llegar a la sociedad, lo que supone una "lucha terrorífica" para los cineastas, que tienen que "pelear" sus proyectos con los productores.

En su opinión, entre los dos polos extremos del "cine-espectáculo" y el "cine-arte" puede establecerse un punto intermedio, el "cine-drama", películas que "desde la industria pueden encontrar libertad" para contar historias y "mantener cierta influencia en la sociedad".

El ganador del Goya a la Mejor Película y Mejor Dirección por "La soledad", ha considerado que en el cine "hay que conservarlo todo" ya que, al igual que pasa en la naturaleza, no se sabe qué tendrá más valor para el futuro, por lo que "conservar la diversidad es lo que permite la continuidad de ese arte".

Para Abbas Kiarostami, que se encargó de inaugurar este festival de cine, tanto las producciones industriales como las independientes deben seguir sus respectivos caminos y darán sus frutos en el futuro ya que, "comparado con otras artes como la música, la pintura o la literatura, el cine es solo un joven de 100 años".

En ese sentido, el ganador de la Palma de Oro de Cannes con "El sabor de las cerezas", ha asegurado que "el cine está aún en fase experimental y no tiene maestros todavía", por lo que "no ha muerto" y no hay razón para "desesperarse".

Según ha dicho, los directores independientes tienen muchas dificultades para acceder a los productores, pero a cambio son "libres" y no están "cautivos del gusto de los espectadores comunes de hoy", lo que les permite ser ellos mismos y comprometerse en cada momento con lo que sienten.