Las peleas entre hermanos, por ejemplo, por un juguete, son tan comunes que a menudo se entienden simplemente como parte del proceso de crecimiento. Sin embargo, un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de New Hampshire, en EEUU, encuentra que la agresión entre hermanos se asocia con una salud significativamente peor mental en niños y adolescentes. "Incluso los niños que reportaron solo una agresión tuvieron alteraciones de salud mental", dice Corinna Jenkins Tucker, profesora asociada de Ciencias de la Familia en la Universidad de New Hampshire y autora de la investigación, que se publicará en julio en la revista "Pediatrics". "Nuestro estudio muestra que la agresión entre hermanos no es benigna en niños y adolescentes, sin importar cómo sea de grave o frecuente", afirma.

El estudio analizó la agresión entre hermanos en una variedad de edades y distribución geográfica. Se estudiaron los datos de la Encuesta Nacional sobre la exposición de los niños a la violencia, una muestra de 3.599 niños de entre un mes a 17 años. Se analizaron los efectos de asalto físico con y sin un arma o una lesión, la agresión a la propiedad, como quitar algo o romper cosas a propósito, y la agresión psicológica, como decir cosas que sientan mal o asustan.

Se halló que, en el 32% de los niños que informaron experimentar un tipo de victimización, la angustia de la salud mental fue mayor para los niños (de 1 mes a 9 años) que para los adolescentes (de 10 a 17 años) cuando experimentaron leves agresiones físicas.