La visión de una ciudad como metáfora de la sociedad es el hilo conductor de la exposición formada a partir de una selección de obras de la Colección de Fotografía Los Bragales, que acoge desde el pasado sábado la Casa de Piedra, de Garachico.

El montaje, que permanecerá abierto al público hasta el 18 de agosto, de lunes a sábado, en horario de 11:00 a 16:00 horas, incluye piezas de una decena de artistas de reconocidísimo prestigio internacional, presentes en colecciones de museos y centros de arte de todo el mundo, entre los que figuran Gabriele Basilico, José María Mellado y Sergio Belichón, así como Julia Fullerton-Batten o Dionisio González, que han sido este mismo año objeto de muestras individuales en el marco de PhotoEspaña.

Bajo el título "La ciudad como paisaje", esta instalación aborda el motivo de la ciudad contemporánea como escenario perfecto de las grandes contradicciones, fracturas y discordancias.

De este modo, por medio de fotomontajes que diseñan espacios reinventados, la gran urbe se presenta como un lugar de multitudes transformaciones, comportamientos diversos y cambios constantes; como escenario perfecto para grandes solitarios en el que confluyen la presencia envolvente de la globalización junto a la presencia de lo diferente.

Todas estas fotografías de gran formato seleccionadas constituyen un muy buen ejemplo para conocer las preocupaciones creativas de algunos de los fotógrafos más relevantes de la actualidad. La ciudad como paisaje presenta una mirada sobre la ciudad contemporánea y los distintos modos en los que la fotografía actual la ha utilizado como escenario de creación y como pretexto.

Los fondos de este singular montaje expositivo, que custodia habitualmente el TEA (Tenerife Espacio de las Artes), son propiedad de Jaime Sordo, uno de los coleccionistas de arte con mayor relevancia en España.

Más allá de un aficionado al arte, Sordo define al coleccionista como "una persona dependiente porque precisa para su equilibrio emocional vivir cerca la experiencia del arte y siempre con tres puntos de referencia: la pasión, el seguimiento y control de las inversiones y con el paso de los años... convertir la colección en un hecho social". A su vez, reconoce que "para el auténtico coleccionista no hay límite en la necesidad de poseer. De hecho, el verdadero límite es el económico".

Una colección de arte suele ser algo privado para el coleccionista. Una especie de tesoro íntimo que al desvelarlo produce "cierto recato", subraya el coleccionista cántabro. "Las colecciones deben tener un componente social para que no sean una inutilidad. El uso y el disfrute de la sociedad en general y el interés de los profesionales del sector son necesarios", añade.

No obstante, Sordo, que preside la Asociación de Coleccionistas Privados de Arte Contemporáneo 9915, argumenta que "cuando una colección tuya se expone uno empieza a sentir que sus hijos adoptivos en el arte pasan a tener un componente público y, por tanto, la sensación de que están valorando tu capacidad y tu gusto", comenta y reitera ese "recato que causa desvelar una colección".

El santanderino Jaime Sordo compró su primer cuadro en 1968, al concluir sus estudios de Ingeniería Industrial, con motivo de una subasta organizada para obtener beneficios para el viaje de estudios.

Sin embargo, fue a partir de 1976 cuando empezó a adquirir obras de arte de manera continuada. En esa época, se interesa, sobre todo, por artistas de la Escuela de París, de la Escuela de Madrid y del Informalismo. Según asevera, hasta 1982, solo se hace con piezas puntuales y es a partir de ahí cuando se desata su pasión por el coleccionismo. En 1990 le atrapa la fotografía y en 2000 da paso al videoarte.

Jaime Sordo

COLECCIONISTA