El tinerfeño Horacio Dorta, miembro fundador de la Asociación Española de Cabañuelas y Astrometeorología, defiende la precisión de los métodos tradicionales de predicción meteorológica -sobre todo el de los marineros en Canarias- y augura un cambio de ciclo con 20 ó 30 años de fuertes temporales.

Horacio Dorta (Los Silos, 1940), que también preside la asociación cultural "Cabañuelas de Canarias", conoce los métodos tradicionales de pronóstico meteorológico desde los 5 años, cuando acompañaba a su padre a observar las cabañuelas en la costa de su municipio natal para deducir cuándo era más propicio el mar para la navegación.

Dorta explica en una entrevista que su padre tenía hornos de cal en Los Silos e importaba la piedra de Lanzarote y Fuerteventura, por lo que se acercaba cada tres meses a la costa para observar qué tiempo era más favorable para los barcos.

Incluso los marinos en el muelle de Santa Cruz de Tenerife le indicaban cuándo era más conveniente navegar "y nunca se equivocaron", precisa Horacio Dorta, quien explica que su padre observó las cabañuelas entre 1940 y 1953.

Las cabañuelas definen a un conjunto de métodos tradicionales para predecir el tiempo climatológico con una antelación que varía entre a algunas horas y meses, y el término al parecer tiene su origen en la fiesta judía de los "Tabernáculos" o "cabañuelas".

La fiesta conmemora los 40 años del paso del pueblo judío por el desierto del Sinaí y entre las celebraciones se encontraba la predicción de las lluvias en las "cabañas", según expone Horacio Dorta en su libro "Cabañuelas de los marineros de Canarias", que ha editado el Cabildo de Tenerife.

En Canarias hay muchas formas populares de predecir los cambios del clima a través de la interpretación de los fenómenos de la naturaleza y para ello se observa la disposición y la forma de las nubes, el brillo del sol y de la luna, la dirección del viento, el rocío de la mañana, la aparición del arco iris, el comportamiento de los animales y de las plantas, entre otros.

En las islas hay varios tipos de cabañuelas, como las del mes de agosto, que son las más extendidas en todo el mundo.

También en Canarias se observan las cabañuelas de San Mateo, efectuadas por los antiguos marinos el 21 de septiembre, y las de San Simón, que se realizan el 28 de octubre y que actualmente se desarrollan en el pueblo herreño de Sabinosa.

Horacio Dorta cree que las cabañuelas son "bastante fiables" pero las que en su opinión tienen mayor exactitud son las de los marinos de Canarias, cuya tradición recabó del marinero de Garachico Elías Hernández, quien navegaba entre las islas en barcos de vela para transportar mercancía y pasajeros.

Las cabañuelas marineras se observan cada trimestre en la noche del cambio de estación en marzo, junio, septiembre y diciembre, exactamente entre las 23:45 y las 00:15 horas.

Para la observación no se requieren instrumentos sofisticados: una brújula para identificar los puntos cardinales y orientar la dirección de los vientos y su posterior interpretación.

Además se emplea una varilla de material rígido de uno o dos metros de longitud a la que ata una cinta de un metro en uno de los extremos para seguir la dirección del viento y evaluar cómo circula el aire en las zonas próximas al lugar.

La observación debe realizarse en un lugar tranquilo, sin contaminación lumínica ni sonora, en un espacio abierto donde se abarque visualmente la bóveda celeste.

El lugar no debe estar acotado por una zona montañosa estrecha que pueda impedir el paso de las corrientes de aire o crear perturbaciones en el viento y, por lo tanto, modificar su dirección.

Si se escoge una zona de costa amplia se podrán observar además los cambios en los movimientos del mar.

"Los cambios que haya en esa media hora es lo que va a ocurrir en los próximos tres meses: el tiempo dominante, viento flojo o fuerte, lluvia, aguas suaves o mar fuerte", indica Horacio Dorta, quien transcribe en papel las cabañuelas de cada estación y asegura que en las actuales, las de verano -hasta el 21 de septiembre- nunca había visto "el tiempo tan uniforme: sin contrastes, sin viento".

El observador, que presentará su libro el 30 de agosto en Los Silos, señala que de la información oral que ha ido recopilando con datos meteorológicos desde el siglo XIX deduce que "vienen 20 o 30 años de malos tiempos, de grandes lluvias y vientos", algo que relaciona además con las erupciones volcánicas.

Se basa para ello en que la tradición oral recuerda cómo de 1880 a 1910 hubo 30 años de fuertes lluvias y vientos, y este ciclo cambió con la erupción del volcán Chinyero en Tenerife en 1909.

Es decir, se registraron unos 40 años de tiempo relativamente bueno -con los lógicos temporales de invierno- hasta que en 1949 estalla el volcán San Juan en La Palma, y de nuevo vuelven a producirse grandes tormentas, que se prolongan hasta 1971, con el Teneguía, también en la misma isla.

Desde ese año hasta la actualidad ha habido buen tiempo -con la excepción de las lluvias torrenciales de 2002 en Santa Cruz de Tenerife y el intenso viento del "Delta"- hasta que ha llegado la erupción submarina de El Hierro, lo que hace predecir a Horacio Dorta que se avecinan grandes temporales.