"Dios viene a nosotros en el teatro de la manera en que nos comunicamos con los demás, ya sea una orquesta sinfónica, o un maravilloso ballet, o una hermosa pintura o una obra de teatro. Su manera de expresar nuestra humanidad".

Así expresaba lo que significaba el teatro para ella, Julie Harris, una de las grandes actrices de Broadway, que falleció ayer sábado tras sufrir un ataque al corazón como ha comunicado la amiga de la actriz, Francesca James.

LA REINA DE BROADWAY

Harris, un tiburón interpretativo que encarnó gran variedad de papeles que abarcaban desde la escritora Emily Dickinson en The Belle of Amherst a Abra, en Al este del edén o Frankie Adams en The Member of the Wedding, dirigida por Fred Zinnemann, por la que fue nominada al Óscar como mejor actriz protagonista en 1953.

Pero donde Harris alcanzó su mayor esplendor histriónico fue en el teatro, donde se convirtió en leyenda ganando cinco premios Tony, el galardón equivalente a los Óscar en el cine, que la encumbró como actriz más célebre con obras como The Lark (1955) o The Last of Mrs. Lincoln (1972).

Solo Angela Lansbury pudo compararse, con 5 Tonys, con el número de reconocimientos de la actriz americana más venerada de Broadway, alcanzando un sexto galardón honorífico, jalonando la dilatada y exitosa carrera de Harris, como gran dama de las tablas.

EL COMIENZO DE LA LEYENDA

"El teatro ha sido mi Iglesia, allí he encontrado a Dios", manifestaba una Harris que debutaba en los escenarios en 1945 con un pequeño papel en Its a gift, para cinco años más tarde, con 24 años, ser Frankie Adams en su primer gran papel con The Member of the Wedding, papel por el que lograría saltar a la fama y hacer que Hollywood pusiera sus ojos en la joven intérprete.

Harris logró unificar el juicio de los críticos de la época, como destacó el especialista del New York Times, Brooks Atkinson, calificando su actuación como "extraordinaria, vibrante, llena de angustia y regocijo".

LA NOMINACIÓN AL ÓSCAR

Harris reconoció que su papel en la adapatación teatral de la novela de Carson McCullers marcó "el inicio de algo muy grande para mi'', que desembocó en su salto a la gran pantalla en la misma obra, con idéntico papel y compartiendo cartel con Ethel Waters y Brandon De Wilde y bajo la dirección de Fred Zinnemann.

Su interpretación no pasó desapercibida para la Academia, que la nominó con el Óscar como mejor actriz femenina en 1952, galardón que acabaría llevándose Shirley Booth con Vuelve pequeña Sheba, derrotando también a Joan Crawford, Bette Davis y Susan Hayward.

LA REINA DE LOS TONY

Sally Bowles en I Am a Camera, fue una de las interpretaciones de las que los ecos de Broadway aún murmullan y que se convirtió en el papel por el que Julie Harris recibiría su primer Tony, una historia de amor que le concedería otros cuatro galardones, con papeles tan dispares como bien ejecutados como Juana de Arco en The Lark, Mary Todd Lincoln en la representación The Last of Mrs. Lincoln o la escritora Emily Dickinson en la obra The Belle of Amherst.

Su relación de amor con la crítica y los Tony, se extendió al idilio que tuvo con los premios Emmy, que la llevó a obtener tres galardones, en 1952, 1959 y 2000, que la catapultó también como una referencia en el mundo de la televisión, aspecto por el que alcanzó mayor popularidad en EEUU.

Julie Harris cerró el telón de una carrera llena de éxitos y grandes interpertaciones que convirtieron en leyenda a una de las mejores actrices de teatro de la historia de Broadway que dejó su huella para la eternidad de las tablas con su enorme talento y versatilidad dramática.