El argentino Guillermo Saccomanno acaba de publicar en España su última novela, "Cámara Gesell", un fresco minucioso de una ciudad balneario a 370 kilómetros de Buenos Aires, de la que hoy ha hablado en una entrevista en la que asevera que los escritores deben recobrar el coraje.

Agradecido porque en apenas cuatro años diferentes instituciones españolas le han galardonado con cuatro importantes premios literarios, el último el Hammett de la Semana Negra de Gijón en julio, Saccomanno reflexiona sobre su oficio, aunque reconoce que siempre que se propone hablar de literatura acaba "hablando de política".

Ante un ejemplar de "Cámara Gesell", que publica Seix Barral, el autor de Mataderos no obvia que el lector se encontrará, más que ante una novela negra, frente a un texto oscuro que ha ubicado en una localidad costera -él hace más de veinte años que vive en el municipio balneario de Villa Gesell, frente al mar-, creando un retablo en el que hay desde un cronista local llamado Dante a asesinatos, adulterios o una denuncia de abusos a menores.

Saccomanno, que alaba las historias de Faulkner, defiende que no hace falta ir a la gran ciudad para encontrar argumentos de novela. "Pueblo chico, infierno grande", afirma contundente.

Además, considera que la alianza entre el poder político, la policía y el delito "ocurre en todas las sociedades. Para que la función siga representándose -prosigue- tiene que seguir operando esta tríada de intereses corruptos".

Aunque Faulkner sea un referente, cree que en esta dura historia, sin concesiones, se puede ver al escritor Dante, no sólo por el homenaje que le rinde "con un cronista que se llama así, aunque no tenga la suficiente fuerza para mandar al infierno a todos los canallas de la historia, sino porque la novela pretende demostrar que todos cometemos actos veniales y canallas".

A su juicio, "se trata de ver quién en el infierno puede ser menos malo, porque todos estamos en el mismo caldo". "Lo que hay que ver es cómo se tejen lazos de solidaridad, amistad y afinidad humana en este infierno en el que estamos todos", apostilla.

No sin polémica en su país, porque hay quien ha leído la obra como una denuncia a la ciudad en la que reside, Saccomanno no esconde que ha consultado periódicos locales y que aparecen hechos reales en el relato, como un caso de denuncias de abusos a menores en Villa Gesell, un problema ecológico y otros de drogas y "cuernos".

Sin embargo, se resiste a que se diga que es una novela sobre la ciudad en la que reside.

"Hay puntos de referencia inevitables, se trata de mi lugar en el mundo, el sitio en el que elegí vivir y que me proporcionó una historia, pero en todos los pueblos ocurren situaciones parecidas", apostilla.

Por otra parte, entiende que "el escritor no puede conformarse con lo que hay en la superficie de las cosas, porque lo interesante es ver lo que hay debajo del iceberg".

Para Guillermo Saccomanno, "a pesar de uno y de la realidad, los escritores tenemos que recobrar el coraje. No debemos regalarle ni una al miedo. Hubo quien se indignó con mi texto, pero también quienes me apoyaron".

"Los que se indignaron -afirma- son los que tienen el culo sucio, mientras que los otros, un sector muy vasto de lectores, mantuvo que yo decía lo que todo el mundo callaba".

Aunque nacido junto a Buenos Aires en 1948, el novelista rememora que una de sus abuelas era gallega. "Me duele ver decaer a España porque, aunque también tenga sangre calabresa, me siento muy de acá", concluye.