Desde su primer papel protagonista en la comedia "Tigres de Papel" (1977) de Fernando Colomo, actuar para Carmen Maura ha sido sobre todo una cuestión de instinto: nada de analizar sesudamente la consistencia de un personaje, lo suyo es ponerse directamente en su piel, y a jugar.

Procedente de una familia burguesa madrileña y descendiente lejana del político conservador Antonio Maura, la actriz que se ha convertido en la primera mujer española en ser distinguida con el Premio Donosti, con el que el Festival de Cine de San Sebastián reconoce una carrera, hizo sus primeros pinitos en el teatro universitario.

Desde un principio supo que lo suyo no era la típica belleza femenina, así que optó por potenciar sus puntos fuertes: la mirada vivaracha y las piernas, o más bien, la forma de caminar.

Ha sido la ama de casa sufrida y empastillada de "Qué he hecho yo para merecer esto" (1984), la folclórica de "Ay Carmela" (1990) o la monja Sor Perdida de "Entre tinieblas", y cada uno de sus más de cien personajes ha procurado encontrar su propio estilo al andar.

No es de extrañar que en su último papel, la malévola Graciana de "Las Brujas de Zugarramurdi", haya pasado directamente a levitar.

Después de inventar la comedia madrileña con Colomo y repetir con él en "Qué hace una chica como tú en un sitio como este" (1978), la joven Maura se asomó a la televisión y fue entonces, a comienzos de los ochenta, cuando Fernando García Tola le dijo aquel profético "Tú sí que vales, nena" en el programa que compartían.

Almodóvar también se dio cuenta de lo que Maura valía y la convirtió en su primera "chica" en un folletín rodado en Super8 llamado "Folle, folle, fólleme Tim", y después en "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón", que aún hoy la actriz recuerda como una de las experiencias más divertidas de su carrera.

Claro que también con el manchego la actriz pasó por lo peor. Dice que la única vez que lo pasó mal en un rodaje fue en "Mujeres al borde de un ataque de nervios", que paradójicamente resultó uno de sus mayores éxitos, además de dar a conocer el gazpacho en todo el mundo.

También ha sido la psicóloga de Antonio Banderas en "Matador", la hermana transexual de Eusebio Poncela en "La Ley del Deseo", la que se ducha vestida bajo el chorro de una manguera de limpieza urbana en una escena memorable.

O la que convirtió una pata de jamón en un instrumento de autodefensa en "¿Qué he hecho yo para merecer esto?", secuencia en la que, según alguna vez ha contado, el jamón se le fue de las manos con lo que el golpe a Ángel de Andrés, su marido ficticio, fue real.

En "Volver" (2006) regresó de entre los muertos y se reconcilió con Almodóvar casi 20 años después. Pero Maura nunca se conformó con pasar a la posteridad simplemente como "primera chica Almodóvar".

Ha trabajado con Carlos Saura en "Ay Carmela" y con el mismísimo Francis Ford Coppola en su arriesgada "Tetro".

Eso sí, tampoco se mordió la lengua a la hora de criticar algún punto oscuro del rodaje, como el trato dado al equipo argentino de la película, según dijo tras recoger la Medalla de Oro de la Academia de Cine en 2009.

Con Álex de la Iglesia ha vivido nuevas vidas, quizá unidos por ese espíritu juguetón. La agente inmobiliaria de "La Comunidad" le valió un Goya y una Concha de Plata, entre otros premios. Repitieron juntos en "800 Balas" y ahora en "Las Brujas de Zagarramurdi".

Cuatro Goyas en total, un Premio César del cine francés o la Espiga Oro de Valladolid son sólo algunos de los reconocimientos que ya ha recibido en su carrera y a los que ahora suma este premio Donostia, que confirma que, a sus 68 años, Carmen Maura sigue siendo una pionera.