José Ramón Pérez Acosta acaba de cumplir 50 años como miembro de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Ha sido medio siglo de generosidad incondicional, de solidaridad y de una vida entregada a los demás, divididas en varias etapas y en función de las necesidades que San Juan de Dios tenía en cada momento para sacar adelante sus proyectos. Actualmente es el superior de los centros de esta institución en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, que incluye el Hospital y centro psicopedagógico de la capital tinerfeña, además del centro de atención a la discapacidad de Triana, en Los Llanos de Aridane (La Palma).

La trayectoria de José Ramón Pérez Acosta se inició en los años 60. Con apenas 15 años llegó a Tenerife desde Gran Canaria, coincidiendo con la apertura de la Clínica de San Juan de Dios, dedicada en aquel entonces a tratar a los niños con secuelas de poliomielitis, atendiendo a la petición que el Cabildo Insular de Tenerife realizó a la Orden Hospitalaria.

Tras un año la Isla, en los que conoció a fondo la labor que realizaban los hermanos de San Juan de Dios, marchó a Madrid y formalizó su ingreso en la Institución. "Recuerdo que esos doce meses en Tenerife fueron muy bonitos y sacrificados", explica José Ramón Pérez Acosta, "porque en aquella época, en la que la situación socioeconómica era tan complicada, muchos de los medios técnicos se podían comprar gracias a la generosidad de la gente, a través de la limosna".

Tras formalizar su ingreso en la Orden Hospitalaria, estuvo diez años dedicado a la atención de pacientes con problemas de salud mental y trece años en la formación de jóvenes integrantes de la Orden Hospitalaria.

Posteriormente participó en diversos proyectos de cooperación y solidaridad en Latinoamérica, África y Asia, donde tuvo la oportunidad de colaborar en iniciativas con madres solteras, niños y familias muy necesitadas. "Ves cosas impresionantes en países como Ecuador y Perú", dijo.

"En el Amazonas, los hermanos utilizábamos barcazas para llegar donde nos necesitaban. Teníamos que buscar cualquier alternativa para llegar porque no existen servicios sanitarios.

Allí pusimos en marcha los "mensajeros de la salud", equipos de asistencia sanitaria que recorríamos poblados aislados y las montañas, donde existían familias que no disponían de ningún tipo de asistencia sanitaria".

"En Latinoamérica aprendí que, al margen de la tecnología y los fármacos, existe una medicación muy especial que se llama "cariñoterapia", agrega.

En muchas ocasiones el trato personal, la humanidad y tratar con dignidad a la persona son la mejor medicación" y todo esto siempre con mucha profesionalidad.

José Ramón Pérez Acosta subrayó que no siempre es importante la tecnología sanitaria: "En San Juan de Dios disponemos del equipamiento y las técnicas más modernas, pero en muchas ocasiones es más importante el lado humano, el carisma que nos traslada nuestro fundador, la humanización de la asistencia, por eso nos distinguimos por una atención directa y por la vocación de servicio de nuestro colectivo de hermanos".

Recuerda que hace unos años recibieron en el centro a un señor mayor con problemas de ceguera por una catarata bilateral muy madura que nadie se atrevía a operar. "Era una persona que había sido desahuciada y no tenía esperanza de volver a ver, por lo que dependía de terceras personas para todo. En nuestro Hospital de Tenerife decidimos operarlo y costear su intervención. Recuperó la visión por ambos ojos y con ello la dignidad como persona, pues volvió a ser autónomo y depender de sí mismo", relata con satisfacción, al mismo tiempo que precisa que "ese tipo de acciones son las que nos distinguen como organización y como personas".