La importancia que se le atribuye al té verde en cuanto a sus propiedades saludables frente al resto de tés reside en su proceso de fabricación. Las hojas no fermentadas al sol contienen un mayor número de polifenoles. Entre sus componentes destaca el flúor, por lo que son constatables sus beneficios sobre la placa dental. Además de flúor, entre los minerales se encuentran el calcio, el potasio y el magnesio, y entre sus componentes vitamínicos, especialmente vitaminas del grupo B (con un importante papel en el funcionamiento del sistema nervioso). El té verde procede de la misma planta que el té negro (Camellia sinensis), y se obtiene secando las hojas por acción del vapor (sistema japonés) o por el calentamiento (sistema chino). Estos procesos casi no alteran su composición química. Las hojas del té verde no se dejan fermentar después de cosechado y antes del proceso de secado, para que retenga los ingredientes activos de la planta (polifenoles). Los polifenoles son esenciales en la fisiología de las plantas, para la pigmentación, crecimiento, reproducción y protección contra plagas. Algunos de los polifenoles dependen de la luz solar, por lo tanto, se encuentran en mayor concentración en las hojas y partes externas de la planta. Muchos de ellos han sido estudiados en la prevención del cáncer por su capacidad antioxidante. Entre ellos se encuentran las flavonas, isoflavonas, flavonoides, catequinas y taninas. El contenido de polifenoles varía en las diferentes plantas. El té verde contiene cuatro polifenoles, comúnmente llamados catequinas. Sustituye perfectamente al café a la hora de contribuir a despejar la modorra.