Tres milicianos palestinos murieron ayer en el centro de la franja de Gaza en un nuevo bombardeo de la fuerza aérea israelí, con lo que se eleva a cinco el número de muertos de la jornada.

Los tres que perecieron en el ataque aéreo son milicianos de la Yihad Islámica, que al parecer se preparaban para lanzar cohetes contra el territorio israelí, mientras que los otros dos son civiles.

El bombardeo aéreo tuvo lugar en una zona fronteriza al este de la ciudad de Deir El Balah, en el corazón de la franja palestina, y no lejos de la valla de seguridad electrónica que separa ambos territorios.

Según testigos, un avión de guerra disparó un cohete aire-tierra contra un grupo de militantes que se disponían a disparar cohetes contra Israel, mientras que fuentes de seguridad del gobierno islamista de Hamas sostienen que los milicianos alcanzaron a disparar un proyectil antes de ser alcanzados.

Médicos del hospital Al-Aqsa, en donde los tres milicianos ingresaron ya cadáveres, confirmaron que el impacto del cohete fue directo. En un comunicado a los medios, la Yihad Islámica (Guerra Santa) asumió que los tres eran miembros de su brazo armado, los Batallones de Jerusalén.

Estas tres muertes se suman a la de dos civiles, que se produjeron por la mañana en el norte de Gaza, cerca de la frontera con Israel, según fuentes de la seguridad.

Estos incidentes armados tienen lugar tres días después de que aviones israelíes lanzasen sobre la franja palestina octavillas en árabe con advertencias a la población de que no se acerque a la valla fronteriza.

"Palabras como armas"

Por otro lado, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó ayer a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmud Abás de incitar a la violencia durante la reunión semanal del consejo de ministros.

"Las palabras son también un arma. En las últimas semanas hemos visto una involución en este tema por parte de la Autoridad Palestina", señaló Netanyahu.

El jefe de Gobierno citó como ejemplo la decisión del gobernador de la ciudad cisjordana de Ramala de dar a una plaza el nombre de Dalal Mughrabi, una palestina muerta en 1978 cuando participó en el secuestro de un autobús israelí, en el que perdieron la vida otras 37 personas.

Netanyahu también culpó de "alejar la paz" a quienes "declaran mártires a los asesinos de un padre de siete hijos", en referencia al colono judío Meir Jai, cuyo coche fue tiroteado a finales de diciembre cuando circulaba por una carretera cerca de Naplusa, en el norte de Cisjordania.

Los tres presuntos autores del ataque fueron abatidos a tiros al día siguiente por fuerzas especiales israelíes que entraron de incógnito en el centro de Naplusa, según el Ejército, con la intención de arrestarlos. Testigos y la ONG israelí Betselem señalan que al menos dos de ellos estaban desarmados y no trataron de escapar, pero los soldados les dispararon desde corta distancia en cuanto revelaron su identidad.

La ANP elevó una protesta por la acción y algunos de sus dirigentes visitaron a los familiares de las víctimas palestinas.

"Estos actos graves suponen una violación del compromiso internacional de combatir el terrorismo. Digo al presidente de la Autoridad Palestina: Ésta no es la forma de hacer la paz", declaró Netanyahu.

Por añadidura, éste afirmó ayer ante un grupo de diputados de su partido Likud que no dejará en libertad a "terroristas iconos" para conseguir la liberación del soldado Guilad Shalit, cautivo en Gaza.

"No tenemos intención de liberar a los grandes terroristas", dijo Netanyahu, que echaba así un nuevo jarro de agua fría sobre la posibilidad de un canje con el movimiento islamista Hamas, que gobierna Gaza desde 2007 y que mantiene retenido a Shalit desde un año antes.