La OCU cumple 40 años, un tiempo en el que ha librado numerosas batallas en defensa de los consumidores, con derrotas pero también con grandes victorias como la indemnización conseguida para los afectados por el envenenamiento masivo de la colza, o para algunos de los inversores en preferentes.

Ileana Izverniceanu, directora de Relaciones Institucionales de la Organización de Consumidores y Usuarios, aborda en una entrevista a EFE todas esas ''batallas'' y destaca la de la colza porque supuso un antes y un después en el movimiento de defensa de los consumidores.

Las de los monopolios, especialmente el telefónico, o la lucha contra fraudes como el de las gasolinas, líneas 903, las academias de idiomas Opening, Fórum y Afinsa, las preferentes (Bankia) o recientemente Volkswagen y las acciones contra las cláusulas abusivas también figuran entre sus triunfos.

Son algunos de los ejemplos más significativos de la labor realizada por la OCU en pro de un consumidor que ha cambiado mucho con respecto al de 1975, aunque mantienen un punto en común importante.

"Se parecen en una cosa -dice Izverniceanu-, en el contexto de crisis. En 1975, en España se vivía una situación de crisis generalizada. En 2015 para muchas familias esto no ha acabado. Por lo demás las diferencias son enormes".

P: ¿Cómo ha cambiado el perfil del consumidor?

R: Hace 40 años, los consumidores tenían poca capacidad para elegir debido a la menor capacidad económica de las familias y la poca oferta de productos. El consumo se centraba en cubrir las necesidades básicas. Y el gasto en ocio era mucho menor porque la oferta era muy limitada.

A pesar de la crisis, gastamos menos en lo básico y más en otros capítulos que se han convertido en esenciales.

Las diferencias más llamativas están en el equipamiento de los hogares. Los ordenadores no existían. En 1975 se compraba en la tienda de barrio, en el mercado y poco más. Hoy es posible hacerlo desde casa, a cualquier hora, cualquier cosa, en cualquier lugar del mundo.

Pero además de las diferencias en cuánto y cómo se consumía, hay otra muy importante: la falta de conciencia que tenían los ciudadanos de su condición de consumidores y de su fuerza como colectivo. Ahora el consumidor es plenamente consciente de su poder para modificar las condiciones del mercado. Antes las empresas decidían qué se consumía. Hoy eso lo decide el consumidor.

P: ¿Cómo han cambiado sus necesidades?

R: Antes muchas familias sólo podían satisfacer las necesidades básicas. Gastos como el ocio, la cultura o los servicios tenían muy poco peso en la economía familiar y sólo unos pocos con alto nivel adquisitivo podían permitírselo. Coger un avión, salir al extranjero o ir a hoteles ahora es algo que ha hecho la gran mayoría.

La tecnología ha tenido un impacto enorme y acelerado. La información y el acceso a los productos se ha multiplicado.

P: ¿Cuáles son los retos que más urgen?

R: El consumo se ha multiplicado y conceptos como la protección de datos, la privacidad y el comercio seguro a través de internet antes no existían. Tenemos que saber cuáles son los derechos de un consumidor cuando compra en Europa por internet o cuando lo hace en China por ejemplo.

P: ¿Cuál es el mayor abuso que están sufriendo los consumidores?

R: Los bancarios, un caso excepcional en España: el drama de las preferentes, las cláusulas suelo y los productos de inversión o las comisiones de los cajeros, donde de forma impune las entidades han incumplido la ley.

La falta de competencia es otro problema grave. Hemos iniciado una acción pionera en España para reclamar la indemnización que la ley reconoce a los perjudicados por el mercado del automóvil.

Y la falta de competencia real en los mercados de servicios -electricidad o telecomunicaciones- sigue siendo una fuente permanente de abusos ante la pasividad de la administración.

P: Los consumidores han cambiado y también la OCU. La tecnología permite plantear iniciativas como las compras colectivas...

R: Internet ha cambiado la forma de adquirir bienes y servicios. La tecnología permite agrupar a los consumidores para conseguir mejores ofertas que las que obtendrían de forma individual. Las empresas no ofrecen lo mismo a un cliente que a 500.000. Hasta el momento, casi un millón de consumidores se han interesado por ellas, exactamente 983.550. Los ahorros obtenidos han variado de una compra a otra: de los 51 euros de la primera compra de electricidad hasta los 105 de la telefonía o el 8 % de descuento conseguido en la de carburantes. Puede parecer poco pero la idea es ir sumando.