"Ningún niño nace para crecer solo". Es el primer mensaje que muestra la web española de Aldeas Infantiles SOS y una de las premisas de esta ONG fundada en 1949 por Hermann Gmeiner en la ciudad de Ims, en Austria. Nacida ante la miseria en la que se encontraban muchos niños al finalizar la Segunda Guerra Mundial, comenzó entonces un camino que la ha llevado hasta 134 países. España es uno de ellos y Canarias, una de las nueve comunidades autónomas en las que está (desde 1992). Tiene sede tanto en Santa Cruz de Tenerife como en Las Palmas, y en 2012 fue distinguida con el Premio al Valor Social por la Fundación Cepsa.

La aldea tinerfeña -una suerte de urbanización con sus calles interiores y viviendas- se ubica en El Tablero, en Santa Cruz, cerca del límite con el municipio de El Rosario. Está en marcha desde diciembre de 1993 y actualmente tiene seis de sus ocho casas ocupadas. Ayer eran 36 los menores acogidos en esos hogares, cada uno dotado con educadoras responsables, educadores de apoyo y cuidadores nocturnos.

"Somos una organización internacional, privada, de ayuda a la infancia, sin ánimo de lucro, interconfesional e independiente de toda orientación política", recoge la web de esta institución, que se financia de las administraciones públicas y de sus socios. Dentro de ella se distingue, por un lado, la denominada "protección", con la que se ayuda a los niños que no tienen el cuidado de sus padres "dándoles la oportunidad de crecer en un entorno familiar protector dentro de las aldeas infantiles, residencias de jóvenes, centros de primera acogida y valoración, y otras formas de acogimiento en familia". La otra derivada es la de la prevención. "Trabajamos con familias, niños y jóvenes que se encuentran en situación de riesgo o vulnerabilidad social. A través de nuestros programas de fortalecimiento familiar damos apoyo a familias para mejorar sus condiciones de vida y prevenir la desatención y la pérdida del cuidado parental", expone este colectivo.

El caso de Tenerife se inserta en esos objetivos globales y, a su vez, hay singularidades. Lo explican el director territorial de Aldeas Infantiles en Canarias, Javier Perdomo; el director de la aldea tinerfeña, Juan Vicente González, y la directora de la Granja Escuela, Nely Quintero. "Trabajamos con el niño para darle un entorno lo más social y familiar posible; a veces no solo es el niño, sino el joven", indica el primero.

Según exponen, el programa de hogares -la Aldea Infantil- es por el que son más conocidos. Pero no es el único. Está también el Centro Integral de Primera Infancia, donde los beneficiarios llegan desde los servicios sociales y se trabaja en un proyecto con la familia; el Centro Integral de Infancia y Familia, dirigido a niños que están escolarizados y que son atendidos después de que terminan su actividad lectiva, y el Programa de Acogimiento Familiar, que es posible a través de un convenio con el Gobierno de Canarias. Se une a lo anterior el Programa de Jóvenes, enfocado a la integración social, inserción laboral y aprendizaje de chicos que se siguen formando más allá de los 18 años. La aldea de El Tablero cuenta, además, con una Granja Escuela que en verano acoge a 100 jóvenes de distintas nacionalidades y que durante el curso académico, y al margen de la acción para niños que están en situación de riesgo, recibe a alumnos de diferentes centros para utilizarla como una herramienta de educación ambiental.

González señala que los acogidos asisten a distintos centros docentes, almuerzan, van a extraescolares, hacen la tarea, ven la televisión... Llevan, en definitiva, una rutina en la que se busca la normalidad. Que los padres conozcan las instalaciones o que celebren allí sus cumpleaños con sus compañeros del colegio son dos ejemplos de ello.