La propuesta de crear una moneda propia para una Escocia que fuese independiente, recogida en el nuevo programa económico del Partido Nacionalista Escocés (SNP), ha reabierto el debate sobre la viabilidad que tendría un estado escocés en la escena internacional de romper con el Reino Unido.

Desde que el "brexit" triunfó en el referéndum de 2016, el movimiento independentista ha apostado por la posibilidad de volver a las urnas al argumentar que la salida de la Unión Europea (UE) cambia el escenario político, y sobre todo económico, y avala la convocatoria de una nueva consulta, tras la celebrada en 2014.

Entonces, el 45 % apoyó la independencia, frente al 55 % que optó por permanecer en el Reino Unido, una cifra que, según apuntan los sondeos recientes, no ha variado de forma significativa.

La propuesta económica que defendió el SNP fue la de conservar una alianza económica con el Reino Unido, de modo que se siguiese utilizando como moneda la libra esterlina, lo que implicaba continuar bajo el paraguas del Banco de Inglaterra, que fija los tipos de interés y dicta la política monetaria de todo el país.

Los analistas coinciden en que la economía fue un asunto clave en 2014 e hizo que la balanza se inclinase en contra de la separación.

El SNP tomó nota de ello, explicó el analista del Centro Escocés de Relaciones Europeas, Anthony Salamone, y desde que en 2016 el "brexit" sembrase la idea de un nuevo plebiscito, la comisión de crecimiento empezó a diseñar este plan, publicado ayer bajo el título "Escocia, un nuevo argumentario para el optimismo".

Su objetivo, según Salamone, es "persuadir a los indecisos" para que tengan la certeza de que "sus finanzas estarán seguras" y lograr ensanchar así el apoyo a la independencia.

"El SNP es consciente de que no puede convencer a una mayoría sin tener un buen argumentario económico. Aparentemente no hay una mayoría de gente en Escocia dispuesta a apoyar la independencia solo en base a unos ideales, sino que necesita estar convencida de que habrá estabilidad económica", sostuvo.

En esta línea, opinó el experto, se enmarca la propuesta de crear una nueva moneda que se instauraría tras un periodo, de al menos una década, en que se continuaría usando la libra esterlina.

Durante la transición, que serviría para proporcionar certeza y estabilidad, Escocia, que ya sería un país independiente, seguiría ligado económicamente al Banco de Inglaterra.

Para el profesor Graeme Roy, experto en Economía del Fraser of Allander Institute, contar con una divisa propia "es bueno a largo plazo porque permite crear una política monetaria aunque, tener una moneda diferente a la del Reino Unido, que es un mercado muy grande, jugaría un papel destacado por el valor de cambio entre ambas".

Una moneda propia, contó este experto, "implicaría ciertas oportunidades, pero también algunos riesgos".

A la citada conveniencia de marcar una política monetaria acorde a las necesidades de la economía local, se contrapone, según explicó, el hecho de que las empresas escocesas tendrían que cambiar de moneda (y enfrentar costes de transacción y riesgos en el tipo de cambio) cuando vendan al Reino Unido y a nivel internacional.

Un riesgo similar enfrentarían también los ciudadanos en sus operaciones financieras domésticas.

La nueva divisa escocesa estaría también expuesta a la credibilidad que le otorgasen los inversores internacionales -prosiguió Roy- por lo que Escocia debería contar con elevadas reservas de dólares como lo hacen otros países, algo que no es fácil si la región continúa registrando déficit en su balanza comercial.

En el terreno político, Salamone consideró "interesante" que la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, haya querido relanzar ahora el debate sobre un nuevo referéndum de independencia teniendo en cuenta que ya ha dicho que se pronunciará sobre esta cuestión antes de finales de año.

A su parecer, esto responde "a las presiones que recibe por parte de los miembros y militantes de su formación", muchos de los cuales querrían una pronta convocatoria, mientras espera a que las negociaciones sobre el "brexit" arrojen resultados que puedan ser utilizados "para avivar el discurso independentista".

"Sturgeon está preparando el terreno ante un posible anuncio, aunque todavía es muy incierto si lo hará, porque no solo depende de la autorización del Parlamento escocés, sino que el Gobierno británico debe estar de acuerdo y Theresa May no parece muy dispuesta a facilitarlo en breve", opinó.