El historiador y sociólogo lagunero Álvaro Santana Acuña apuesta por que la excavación realizada en la plaza de la Catedral quede "al aire", aunque tapada con un "acristalamiento con materiales de alta calidad". A su juicio, lo mejor es ubicar allí un "punto de información didáctico", que considera que podría ser digital, llevar aparejado un código QR e incorporar una placa indicativa.

Santana es profesor de Sociología en el Whitman College -en el estado de Washington, en Estados Unidos- y cuenta con una etapa profesional previa en la Universidad de Harvard. En 2013, y junto al prehistoriador José Farrujia, alertó del riesgo que suponía la utilización de palas retroexcavadoras en las obras de mejora de esta céntrica plaza del casco histórico, y días después de las advertencias de ambos aparecieron restos de diferentes siglos y la Comisión Insular de Patrimonio decidió proceder a la paralización de los trabajos que se estaban desarrollando.

Finalizada la actuación y pasados los años comenzaron unas prospecciones arqueológicas cuyas conclusiones más relevantes se conocieron recientemente: se encontraron restos óseos del siglo XVI. Según han informado desde el Ayuntamiento de La Laguna, la zona se ha vuelto a tapar conservando los huesos y evitando la entrada de humedad, y se acordó instalar una lona con la imagen de lo que hay en el interior y vallar el perímetro hasta tomar una decisión sobre la propuesta de divulgación que se considere más adecuada.

Aunque el historiador defiende que la excavación quede a la vista, entiende que los huesos deben permanecer tapados. "Por tratarse de un cementerio no me parece correcto que estén al aire", indica en declaraciones a EL DÍA, antes de añadir que lo que ahora se ha conocido refuerza la posibilidad que había planteado el historiador del arte Carlos Rodríguez Morales de que en esa zona era donde posiblemente estaba ubicado el camposanto de la parroquia de Nuestra Señora de Los Remedios. "El sistema antes de la creación de los cementerios públicos era que las personas se enterraban en el interior de las iglesias y, cuando se llenaban las tumbas, esos restos podían ser trasladados a un osario, una fosa común donde se depositaban todos los huesos tras haber sido desenterrados. O también, inclusive, podía haber un cementerio adosado en el exterior, como era el caso de Los Remedios", explica.

Santana se sigue mostrando disconforme con el modo en que el ayuntamiento tutela el patrimonio, y lamenta que a Farrujia y a él los "denostasen" desde el consistorio cuando expusieron los riesgos en la plaza, si bien el tiempo les ha dado la razón. Según señala, este peligro no era exclusivo de este punto, sino que toda la peatonalización del centro se hizo sin las necesarias prospecciones. Y agrega: "Nunca sabremos exactamente lo que había".