Ciudadanos sigue subiendo en las encuestas y su valor a nivel nacional es claramente trasladable al entorno de toda capital de provincia. Pero el partido naranja, que lleva currando a la chita callando en todo el territorio canario, en Tenerife y en Santa Cruz, quiere más. Quiere un líder que, de momento, pese a estar en sus filas no quiere encabezarlas, y es el arquitecto Carlos Garcinuño; diablo de cuernos y rabo para el actual alcalde, José Manuel Bermúdez. A falta de un año para las elecciones, lo único que se pueden ver son tendencias, y aunque los nacionalistas se esfuercen en decir que ponga quien ponga un partido nacional a la cabeza en unas elecciones municipales representará únicamente la situación de su partido, esto más que inexacto es mentira. No es así. La incursión de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Santa Cruz desdibuja el mapa de los últimos veinte o treinta años, donde ha reinado con holgura Coalición Canaria, pactando a diestra y siniestra según menester. El equipo de Albert Rivera robará, según prevén las encuestas, muchos votos al PP y otros tantos a CC, aunque sus encuestas no reflejen que en la capital la burguesía chicharrera va al sol que más calienta, y ese hoy, a poco que salgas a la calle y lo palpes es Ciudadanos.

Coalición no sacará mayoría absoluta y ellos lo saben. Es más, saben que con el PP no van a llegar a gobernar, por mucho que a mi estimada Zaida González, Ángel Llanos, y ahora Guillermo Díaz Guerra, que será cesado como subdelegado de Gobierno en breve, pululen por el liderazgo. El pacto para CC pasaría por tres, ellos, el PP y PSOE. ¿Se imaginan a Patricia en ese gobierno? Pues yo tampoco. Y en otro orden de cosas, la hoja de ruta de Ciudadanos exige no pactar con nacionalistas. Se presenta una apasionante contienda en donde absolutamente nada está claro. Pero nada claro. Y en esta vida nuestra, en ocasiones, el odio es más fuerte que el amor y nos podríamos quedar con CC en la grada. O si no, pregúntenle a Rajoy.

@JC_Alberto