Decían los más viejos que en el mar no siempre se pesca lo que buscas, sino lo que te toca. Rafael siempre llevaba a su nieto al muelle para enseñarle el noble arte de la pesca. Aunque para muchos pueda parecerles una degeneración del que se cree sabio sin serlo, para el viejo Rafael era un legado de sabiduría para su nieto. Piezas de diferentes formas y colores, conversaciones filosóficas adaptadas a la edad de un joven de 17 años que escuchaba atentamente las anécdotas y reflexiones de su abuelo. Desde su participación en el bando republicano en la guerra civil española hasta sus malabarismos para sustentar a su familia con ingeniería financiera instrumentalizada con la experiencia de engañar al estómago y jugar a no tener hambre. Adolfito preguntaba mucho y eso hacía sentir al viejo pescador afortunado, porque sabía que sus lecciones le servirían para ser un hombre de mar. Hasta hablaban de política, algo que al joven de 17 no tenía que interesarle mucho, pero, como decía su abuelo, "la política es todo, incluso por la forma de pescar se puede adivinar si la persona es de izquierdas o de derechas". ¿Cómo se puede saber eso, abuelo?, preguntaba el niño. Los ratos con Adolfito suponían mañanas y tardes capaces de devolverle un poquito de su juventud y sobre todo, felicidad a raudales, porque mirar al horizonte y lanzar la caña entre las piedras del mar y ver a Adolfito a su vera, era una sensación reconfortante. Una de las recomendaciones principales, como no podía ser de otra manera, era la obra de Hemingway "El viejo y el mar". "No necesitarás ser viejo para entender este libro", le decía Rafael. Adolfito, lo tenía claro: " Sé que hay que luchar para conseguir lo imposible; nunca es tarde para empezar". Siempre la misma conjetura, siempre la misma respuesta, para que no se les olvide a ninguno de los dos. Con el movimiento de los peces establecía metáforas para explicar la situación política del momento. Con un verso llano, señalaba lo complicado que es mantener a una familia con su pensión, porque lo que no hicieron los gobiernos, los viejos lo tienen que solventar. Casi como una canción repetía que estudiara, lo que quisiera, pero que se formara para una sociedad en la que necesitan gente preparada para "trabajar en el McDonald''s con dos carreras y tres másteres". Que pese a la movilidad laboral obligatoria, no flaqueara. La situación de Canarias y su realidad social traían de cabeza al anciano, quien a base de dibujos imaginarios en el mar demostraba a su nieto la necesidad de atajar cuanto antes la exclusión social y la elevada tasa de pobreza infantil. Mientras tanto, seguían pescando, removiendo la mar con la intención de resolver las cuestiones del día a día. Hoy en día, el recuerdo y la experiencia de la pesca hicieron que Adolfito madurara siguiendo las esmeradas lecciones de su abuelo. Ha pasado mucho tiempo, y a día de hoy aspira a convertirse en presidente del Gobierno de Canarias en las próximas elecciones, o por lo menos, en el bombo de los futuribles. Solo Adolfito sabe quién es. Lo mejor, que es una persona honrada y será un político con futuro. El tiempo lo dirá.

@LuisFeblesC