Sí, hubo una época en la que la Marina Real Británica (la Royal Navy) atacaba La Palma. Eran otros tiempos. Batallas, o en algunos casos mejor denominarlas incursiones, que se enmarcaban dentro de la "Guerra de la oreja de Jenkins", que se prolongó entre los años 1739 y 1748 y donde estuvieron en juego las posesiones españolas, escenarios bélicos en los que las milicias creadas en la Isla demostraron un arrojo notable.

Una de estas batallas documentadas gracias sobre todo a archivos familiares (familia Poggio y colección de Alberto José Fernández García) aconteció en diciembre de 1740 en la playa de Puerto de Naos. Un grupo de campesinos frenaron la invasión inglesa, que estaba dirigida por el capitán Joseph Stocker. Más de treinta corsarios murieron, hubo además un rehén. Por los lugareños, tres fallecidos. Fueron cuatro horas de lucha.

No fue la única incursión de la Royal Navy en La Palma. A propósito, señalar que ayer, la Asociación de Recreación Histórica Los Doce de su Majestad, junto a integrantes de la Asociación Histórico-Cultural Gesta 25 de Julio, recordaron el ataque de la marina británica a las costas palmeras en 1743. Dos navíos ingleses, "HMS Monmouth" y el "HMS Medway", con Charles Windham y George Cockburn al frente, fueron enviados a Canarias para interceptar en aguas interinsulares a barcos españoles que regresaban de América, pero no desaprovecharon la ocasión para atacar La Gomera y La Palma.

275 años más tarde, Los Doce de su Majestad se volvieron a enfundar la ropa de la época para recrear, en esta ocasión con el apoyo del grupo Gesta 25 de Julio, lo que antaño pudo ocurrir. Representación en el Castillo de Santa Catalina, con ejercicios de instrucción, fusileros y fuego de mosquete, además de un desfile por las principales calles del casco histórico.

Nada tienen que ver con aquella unidad formada por soldados profesionales pagados por las arcas reales. Asumen el papel con un alto grado de seriedad, recordando a los hombres del Rey Carlos II, pero sus integrantes lo hacen de forma desinteresada; es más, les cuesta dinero, con agradecimiento al taller municipal de costura, personificado en Raquel de Paz.

Una representación elegante.