Aunque se está haciendo de rogar, pronto llegará el sol (o eso esperamos). Con el verano, se activa de nuevo la ardua tarea de comprar cremas solares. Las farmacias y las grandes plataformas de compra ponen a la venta una gran variedad de productos de este tipo. En spray, en crema, en aceite.... unas añaden brillo al cuerpo y otras aseguran que te broncearán la piel.

Sin embargo, una de las decisiones más difíciles es la de saber qué factor es el mejor para nuestra piel. A los tradicionales factores (FPS) de 50, 30 y 15, se unen los de 80 y 100 y los de 4, 6 y 10. ¿Cuál debemos elegir? Los especialistas no suelen recomendar crema solar por debajo de 50, aunque según Ricardo Fernández de Misa, dermatólogo del Hospital Universitario de Nuestra Señora de La Candelaria, "un factor 30 para el día a día también está muy bien".

Para la playa o la piscina es otro cantar, pues las diferentes frecuencias de la radiación ultravioleta se deben proteger al menos con un factor 50. El objetivo final es intentar sortear la sobrexposición al sol para evitar desarrollar un cáncer de piel. Concretamente, cuatro cánceres: el melanoma (que representa el 4% de tumores en la piel), el carcinoma basocelular (70%), el carcinoma espinocelular (20%) y otros muchos más raros, pero también más letales, como el de Merkel.

En Canarias, este cuidado de la piel se hace indispensable pues vivimos en una de las regiones donde más incide la luz solar. "Aunque no todos los melanomas se relacionan directamente con su exposición continuada", como explica Fernández de Misa, que alega que se han encontrado melanomas en partes del cuerpo como el cerebro, el tubo digestivo o la vagina, el sol "es la única causa que el paciente puede controlar". No obstante, el especialista recuerda que todos estos tumores tienen una tasa de cura por encima del 90%.

Respecto al tipo de piel, es decir, si son morenas o más blancas, Fernández de Misa insiste en que, a pesar de que "las morenas se queman menos porque tienen más melanina", si pasan un tiempo determinado expuestas al sol y sin protección adecuada, se pueden quemar también. De hecho, asegura que, en su consulta, de los aproximadamente 70 casos de melanoma que ve al año, "la mayor parte de pacientes son morenos".

Los especialistas insisten en evitar quemaduras solares. "Un episodio de quemaduras solares de segundo grado -en el que se visualizan ampollas- multiplica casi por dos el riesgo de desarrollar un melanoma a lo largo de la vida", recuerda el dermatólogo. Fernández de Misa alerta de que si esta situación la viven niños, el riesgo se puede multiplicar "un poco más".

Las últimas investigaciones señalan que los fotones acumulados en la piel durante la infancia van produciendo mutaciones genéticas en el infante. Se trata de una especie de "memoria de la piel" que va sumando esas mutaciones hasta que llega un momento -a partir de los 56 años aproximadamente- que pueden degenerar en el desarrollo de un tumor.

Aunque el cuerpo es inteligente y durante años repara esas mutaciones, puede llegar un momento en el que colapse y deje que la mutación tome la justicia por su parte, formando finalmente algún tipo de cáncer. Por esta razón, se puede tomar el sol, pero siempre con mucha precaución.